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Viven mujeres un infierno en la cárcel

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AGENCIA REFORMA

De los 420 centros penitenciarios que existen en el país, sólo hay 10 centros estatales y 2 federales especiales para mujeres reclusas, que incluso enfrentan riesgos de sobrepoblación.

Además, 68 cárceles fueron adaptadas para la estancia de mujeres. Sin embargo, ninguno cumple con los requerimientos necesarios para la atención de las presas, señaló Andrés Aguirre Aguilar, tercer visitador de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

"(Las reclusas) no tienen espacios apropiados para hacer actividades educativas, atender su salud, realizar talleres, sino que están relegadas a espacios físicos que no están debidamente separados. Vemos a mujeres deambulando en espacios de hombres y a varones en espacios de mujeres", criticó Aguirre Aguilar en entrevista.

Cifras del Sistema Penitenciario Nacional, actualizadas a enero de 2013, indican que algunos de los reclusorios para mujeres exceden su capacidad total.

Por ejemplo, el Centro Preventivo de Reclusión Femenil de Guadalajara que registra más de 80 por ciento de sobrepoblación; el Cefereso de Cieneguillas, en Zacatecas, 76; el Cereso 4 Femenil de Tapachula, 53; el Centro Federal Femenil Noroeste, 40.5, y el Centro de Readaptación Social del DF, 20.

"El abandono del sistema (penitenciario) ha generado las condiciones que hoy en día se perfilan derivado de la falta de inversión, atención, equipamiento y capacitación del personal", dijo.

"Si todo esto afecta al 95 por ciento de la población, que es de varones, afecta mucho más a las mujeres. Tenemos una falta de perspectiva de género. Las mujeres que delinquen por cualquier causa padecen una discriminación práctica y también de una falta de atención de manera muy puntual".

Hasta febrero, la CNDH tenía 62 denuncias de reclusas por presuntas violaciones a derechos humanos, cuando el total de quejas presentadas en 2012 ascendió a 74 y en 2011 a 143.

Según el visitador, la inconformidad de las reas se refieren a la falta de atención médica y psicológica, deficiencias en la prevención y atención de la tortura, olvido de las internas aisladas, escasa comida y de poca calidad y falta de higiene en áreas médicas y de cocina.

Entre los aspectos de ingobernabilidad, las presas se han quejado por la existencia de áreas de privilegio, prostitución, violencia, cobros por asignación de estancia o plancha para dormir, imposición de correctivos disciplinarios y carencia de personal de seguridad y custodia.

Y, en el caso de los inmuebles mixtos ubicados en diferentes entidades, por deficiencias alimentarias y médicas propias y de sus hijos.

Para el visitador, tales omisiones o abusos de las autoridad se traducen en violaciones a sus derechos humanos de reinserción social, igualdad, trato digno, protección a la salud y a la legalidad y seguridad jurídica.

"A la CNDH le preocupa mucho el caso de las Islas Marías, que están fuera del continente, fuera del ojo público, y donde se comete un montón de abusos, y que eso se traduce en un 'destierro' práctico. Si de por sí es difícil la visita en las Islas; resulta prácticamente imposible", lamentó el funcionario.

Limita maternidad

Por la falta de una perspectiva de género en el sistema penitenciario del País, las reclusas padecen más la falta de espacios para ejercer su maternidad, señaló Andrés Aguirre Aguilar, tercer visitador de la CNDH.

Advirtió que, aunado a las condiciones de carencia y discriminación que enfrentan las mujeres en la mayoría de los penales del País, el encierro dificulta la convivencia vital entre madres e hijos, sobre todo en los centros de reclusión que comparten con hombres.

Si no hay espacios para varones, explicó, menos los hay para los pequeños y la atención específica que requieren, de ahí que decidan entregar a los menores a familiares.

"La convivencia materna tiene que ver con el desarrollo psicosocial de los hijos para que adquieran confianza. No tiene mayor riesgo estar con su madre (en una cárcel), que es fundamental. Desde el punto de vista médico, ese contacto es vital para el desarrollo de los niños", consideró el funcionario.

Se estima que alrededor del 70 por ciento de las 11 mil 641 internas en el País son madres, y la mayoría de ellas, jefas de familia.

A noviembre pasado, había 377 infantes hijos de presas en las cárceles y 48 mujeres en estado de gravidez.

Pese a que las Normas Mínimas sobre Readaptación Social de Sentenciados establece que los hijos de las mujeres recluidas, en caso de que permanezcan dentro de la institución, deben recibir atención pediátrica, educación inicial y preescolar hasta la edad de 6 años, esta condición no se cumple, indicó el funcionario.

"(A embarazadas) las sacan de los centros para que tengan a su hijo afuera en hospitales. Se les regresa. Se esperan tres a seis meses y los entregan a los familiares para que vivan con ellos", refirió el funcionario.

'De readaptación, nada'

Malos tratos, vejaciones, narcomenudeo y falta de atención médica son algunas de las irregularidades denunciadas por familiares de las internas del Centro Estatal de Reinserción Social (Cereso) "Morelos".

Entrevistadas durante una jornada de visitas, indicaron que uno de los principales problemas es el de la mala alimentación.

"Les dan alimentos en mal estado, a veces echados a perder. De eso es de lo que más se quejan adentro. Problemas hay muchos, como en todas las cárceles del país, pero ese es uno de los que más les afecta aquí", comentó la madre de una de las internas.

"Mi hija entró y a los 15 días se enfermó del estómago, con mucho dolor", agregó otra visitante.

Una mujer señaló que su familiar, presa desde hace 9 años en el área femenil del Cereso Morelos, está enferma de diabetes y de la tiroides y que los medicamentos para tratar sus padecimientos deben ser comprados por ella, aunque la subsecretaría de Reinserción Social de la Secretaría de Seguridad Pública del estado tiene la obligación de proporcionarlos.

"Nunca tienen medicamento, yo debo comprárselo. Vengo y le pregunto cómo va con su medicamento y si ya no tiene yo se lo debo comprar; son 200, 250, 300 pesos cada que se le acaba", apuntó.

Cuando enfrenta alguna crisis de salud, añadió, su familiar tiene que ser trasladada a un hospital público, pues en el penal no se cuenta con la infraestructura para atender a las reclusas.

Las familiares también se quejaron de las vejaciones de las que son objeto cuando ingresan a la cárcel.

"A una casi la encueran, le meten mano por todos lados, acaba bien manoseada, le quieren meter los dedos hasta donde no", se quejó una de ellas. También lamentaron que sólo familiares directos puedan ingresar a ver a las presas.

"Ahora ya hasta nos uniforman a nosotros. Sólo podemos entrar si traemos playeras rojas, rosas o moradas, de otro color no, y eso no está bien porque, si vienes por primera vez no lo sabes", se quejó otra mujer.

"Mi mamá no se queja, de nada le sirve quejarse, habría que estar adentro para saber la realidad que viven. Aquí hay lo que hay en todos lados, corrupción, pero de readaptación social, nada", reprochó la hija de una interna.

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Escrito en: Mujeres encarceladas

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