La creación artística obedece a condiciones diferentes en épocas y lugares, generalmente de un periodo de experimentación y de cierto alejamiento de la regla preponderante, surgen un cambio de ideas sobre la creación de obras artísticas, dado que se pretende encontrar en el arte algo fresco que no haya sido saturado de las necesidades que anteriormente se suponía hallar en dichas obras.
Dentro del transcurso de la historia del arte, se puede suponer que existe una especie de dialéctica en la cual se pasa de una experimentación que en su momento puede parecer demasiada, pero que después se establece y con el paso del tiempo otra corriente de pensamiento (y por tanto de cambios en las artes plásticas) le hace frente. Este dinamismo, es lo que nutre y da pie a probar con estilos y visiones diferentes.
A principios del Siglo XX surgieron una serie de movimientos que planteaban en posturas discrepantes a las conocidas en las diferentes ramas del arte. En la arquitectura se encontraba en boga el art nuoveau, la escultura Duchamp representaba el dadaísmo. Y en la pintura surgían actitudes variadas. Estos diferentes movimientos artísticos se les conoce como vanguardias, ligado al significado militar de combate de la palabra. Y pese a que surgieron en Europa, en América tuvieron una importante expansión.
Las vanguardias tuvieron como bandera la libre expresión y tolerancia, podían convivir con diferentes tipos de pensamiento en un mismo momento, de ahí que en la pintura se presentaron diversos modos de plasmar lo que el autor pretendía. Los expresionistas; surgidos en Dresde (Alemania), denominados de ese modo debido a un comentario donde se les criticaba su oposición al impresionismo. Fueron contemporáneos de los fauvistas en Francia, pero se diferenciaban de ellos porque en su pintura se optaba por colores más obscuros e incluían el negro. Además de plasmar en sus obras la angustia y el sentir de manera viva mediante el color. Obras representativas de este periodo son: "El grito" (Munch) con su característica expresión en un rostro cadavérico, "Dos muchachas" (Kokoschka) que recuerda un poco la pinceladas de los impresionistas pero con una paleta de color totalmente distinto, "obscurecido" (Kandinsky) que recuerda a la parte mística e intangible pero presente del movimiento, entre otras. Ellos comparten una forma nueva de expresión de lo emotivo. Expresan no lo que ven, sino un sentimiento que puede llegar a ser fatalista, que tiene presente la subjetividad pero que cuenta con un sustento teórico firme, propuesto por uno de sus exponentes, Kandinsky en su libro "De lo espiritual en el arte" afirma que quien percibe este tipo de obras tiene que aprender a ver el cuadro como una imagen del estado de ánimo del autor y no sólo como para representar un modelo. Esta declaración es sin duda uno de los fundamentos más profundos del movimiento y que muestran el carácter psicológico del expresionismo.
Si bien esta corriente pictórica, toma parte de sus orígenes en Van Gogh y Gauguin por el uso del contraste y del color, que se plasma de forma violenta en el lienzo. Además el trazo del dibujo pasa a un segundo plano porque lo destacable dentro de este pensamiento es expresar el mundo interno del autor. Lo cual plantea un punto hasta ahora poco explorado de la carga que el autor deja sobre su obra.
Los también llamados ismos (vanguardias) tuvieron un auge potente pero cuya permanencia en el tiempo puede decirse que fue corta, pues éstas siguieron evolucionando. La aportación del expresionismo es clara en el plano de que permiten un armónico desarrollo de diferentes propuestas, resalta la expresión personal y genera las bases del arte posterior.
Sin duda, el expresionismo muestra una cualidad presente en el ser humano desde su origen: la búsqueda.