En el estado de Baja California, uno de los más urbanizados, prósperos y educados del país, solamente el 39.43 por ciento de los electores empadronados acudió a las urnas el pasado domingo 7. La abstención de casi 61 por ciento es sorprendente si se toma en cuenta que la entidad estaba eligiendo a un nuevo gobernador después de una controvertida e intensa campaña política.
En contraste en Oaxaca --un estado extremadamente pobre, con una gran población rural y los peores niveles de educación en el país, una entidad además que tuvo elecciones solamente para el congreso local y para gobiernos municipales-- se registró una participación de 53.33 por ciento. La abstención de menos de 47 por ciento sorprende ante las circunstancias sociales de la entidad y la falta de una elección para gobernador.
Uno podría suponer que los electores urbanos, prósperos y bien educados tendrían una mayor participación electoral, pero esto no es necesariamente cierto en nuestro país. Las cifras señalan que los votantes pobres con poca educación, y en particular los pobres que viven en las zonas rurales, participan en mayor porcentaje en las votaciones.
Veamos el caso de Hidalgo, estado en el cual el PRI obtuvo su triunfo más contundente en la elección del 7 de julio. Los distritos con menor participación ciudadana según el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) incluyen al quinto de Tepeji del Río con 26.7 por ciento, el 12º de Tizayuca con 28.5 por ciento, el tercero de Tulancingo con 30.7 por ciento y los dos de Pachuca, el primero y el segundo del estado, con 34.3 y 34.6 por ciento. Se trata de distritos fundamentalmente urbanos.
En cambio, los distritos con mayor participación fueron el 17º de Jacala de Ledezma con 62.9 por ciento, el 15º de Molango de Escamilla con 62.1 por ciento, el noveno de San Agustín Metzquititlán con el 56.6 por ciento y el 13º de Huejutla de Reyes con 54.5 por ciento. Todos estos distritos son rurales y con altos grados de marginación.
La idea de que el PRI necesariamente gana en los distritos rurales no es ya tan exacta como en el pasado. El PRD tiene, por ejemplo, el control electoral de muchas localidades rurales en Oaxaca. Quizá esto se deba a que por lo menos una parte del PRD es producto de una escisión del PRI. En cambio el PAN sigue teniendo un perfil fundamentalmente urbano. Esto explica en parte por qué su presencia es tan fuerte en Baja California, un estado en el que la población rural es muy pequeña.
Lo que no se puede negar es el patrón del abstencionismo en el país. Los habitantes de zonas urbanas y prósperas suelen ser los que menos votan, mientras que los de las zonas rurales, que padecen altos grados de pobreza y aislamiento, tienen las mayores participaciones electorales.
Quizá esto se deba a que los electores urbanos son más escépticos ante los partidos políticos o a que los líderes políticos en las comunidades pequeñas tienen un mayor poder de convocatoria y un mayor control sobre los ciudadanos.
La alta participación, en efecto, puede ser un legítimo producto de la cohesión de las comunidades pequeñas. En otros países, como Francia, también se registra una mayor participación electoral en zonas rurales. Pero en México el fenómeno parece explicarse en buena medida por el acarreo de votantes y por la presión a los ciudadanos no sólo para que acudan a las urnas sino para que apoyen al partido del gobernante o del cacique local. Éste sería el lado oscuro de la mayor participación electoral de los pobres del campo mexicano.
POETA DE FUEGO
Emilio Fuego, poeta e impulsor del Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en el País de las Nubes, falleció de cáncer este 6 de julio. Lo recuerdo como un hombre talentoso, sensible y generoso. Durante años llevó a mujeres poetas al "país de las nubes", la Mixteca oaxaqueña. Dejó huella en las poetas y en los mixtecos.
Twitter: @sergiosarmient4
