A los mexicanos nos gusta hablar antes de tiempo. La Selección vencía cómodamente a Honduras y al reloj no le quedaban más de 25 minutos para que el partido terminara. "Chicharito" había apaciguado a la afición en el Estadio Olímpico de San Pedro Sula. Un par de goles y el triunfo se sentía tan cerca.
Pronto comenzaron las burlas por parte de los nuestros para el rival que se había jactado durante la semana de ser "el papá del Tricolor". Pero el partido aún no terminaba.
Una mala marcación de la defensa en un tiro de esquina y una mala marcación del árbitro le dieron a Honduras un justo y merecido empate. Y así, el festejo tricolor quedó para mejor ocasión.
Se sabe que como visitante se juega también contra el árbitro, no debe quedar tiempo para tanta relajación y descuido, y de las malas experiencias debemos aprender, pero no olvidemos que somos mexicanos.
Lo que sigue es buscar culpables y el primero en la lista siempre es un tercero, en este caso, el árbitro.
México había mostrado argumentos en la cancha para traerse los tres puntos, pero pareciera que no nos gusta ser claramente los mejores y nos inclinamos siempre por el drama.
Una vez La Volpe metió al Tri a un Mundial "caminando", como él mismo dijo, y todavía se le recuerda por aquella frase. De ahí en más, nos gusta batallar y llegar a las últimas instancias.
En Honduras, el "Chepo" fungió como policía en los pasillos del estadio, sin dejar que sus jugadores tuvieran contacto con la prensa (ya el máximo ridículo lo había hecho el presidente de la Federación al pintar semejante "dedote" a su llegada).
A los dirigentes no les gusta que se hable mal de ellos y suelen pedir que se toquen temas deportivos, cuando ellos son los que se encargan de dar notas de todos los colores.
El punto en Honduras no es malo. Aún quedan 24 en disputa y la cosecha de tres debe iniciar mañana, ante Estados Unidos en el Estadio Azteca. De lo contrario, la situación comenzaría a ser preocupante.
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