¿Se le puede recriminar algo a quien dio todo en la cancha durante tantos años? A quien no se cansó de recorrer las bandas, a quien con sus ganas contagiaba de optimismo a un estadio entero, a quien hacía ver lo difícil tan sencillo. ¿Qué se le puede reclamar al último guerrero en caerse después de cargar a todo un equipo durante una de las etapas más complicadas del Santos Laguna en Primera División?
Yo tendría un reclamo para el "Pony" Ruiz: ¿por qué te vas así del futbol?; los grandes merecen irse de otra forma.
Recuerdo la primera vez que te vi en el Corona. Vestías la del Toros Neza y ya llamabas la atención de la entonces exigente tribuna. "Monito de futbolito", te gritaban, pero no pasó mucho tiempo para que cambiaras los gritos a tu favor.
Te adueñaste del campo casi tan fácil como lo hiciste de una afición acostumbrada a sufrir. A jugar a las 4:00 de la tarde en un desierto donde el futbol es el bálsamo que aleja por momentos a los laguneros de su inhóspita realidad. Incluso de visitante el "Pony, Pony" se escuchaba fuerte. En el Tecnológico, los locales llegaron a cuestionar a tu porra, "¿qué no tienen otro jugador?". Y así fue por momentos, "Pony", eras el único.
Cuando Santos libraba una dramática lucha por no descender, no temblaron las piernas; seguías corriendo. Sólo en un juego recuerdo a alguna parte del Corona reclamarte por tu desempeño; habías mostrado entonces que eras humano y que el cansancio también podía llegarte. Luego todo volvió a la normalidad y te levantaste en una época en que caer hubiera sido natural.
Hombre de pocas palabras, te dedicaste a hablar en el campo. En más de 50 mil minutos en Primera División en México sólo viste dos tarjetas rojas. Serviste más goles de los que anotaste. En total, el balón tocó las redes cerca de 300 veces por tu "culpa". Hasta hoy, cuando el inequívoco paso del tiempo te ha puesto ante una difícil decisión.
Debiste irte de otra forma, "Pony". Enfundado en los colores con los que forjaste la leyenda. Pronto, tu nombre estará en algún palco del nuevo Corona, pero tu último partido debió ser de primera, como el jugador que fuiste.
A veces no entiendo a la directiva, promocionan bigotes y extranjeros de banca y olvidan a los Guerreros que construyeron la historia. Dicen que Guerrero no cualquiera, y luego parece que tratan como cualquiera a un verdadero Guerrero.
Dicen que la esperanza es lo último que muere y yo espero verte algún día vestir de nuevo la albiverde con el 11 en la espalda. Quiero ver que el árbitro pite, que tomes el balón con tus manos y lo lleves contigo. Que la tribuna de un atiborrado estadio se ponga de pie, mientras el "Pony" Ruiz abandona el pasto con short y tachones. Quiero volver a ver tus ojos rojos, producto de la emoción que provoca saber que dejas al equipo en el cual te entregaste tanto.
Quiero que tu adiós sea increíble, como lo fue tu carrera. Y que contagies por última vez de tu fuerza inagotable a los Guerreros, para que se quede la semilla en un equipo que se ha aburguesado con el tiempo. Porque ya no queda nadie de tu especie, "Pony". Los Guerreros hoy hablan más de lo que juegan, y eso no fue lo que tú nos enseñaste.
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