Pasado el show del repechaje mundialista, regresa el de la Liga MX. Y hasta ahora, en lo que va de las series de cuartos de final, el enfrentamiento entre Santos Laguna y Querétaro ha cumplido con ser el más disparejo.
Un compañero de trabajo siguió la transmisión de radio del partido de ida y me dice que uno de los narradores pedía un marcador de 2-0 a favor de los Gallos Blancos "para viajar más tranquilos a Torreón". ¡Cuánto optimismo del buen hombre!
Los Guerreros se fueron arriba en el marcador pronto. Luego vino la respuesta por parte del local en varias ocasiones fallidas. Los albiverdes, aprovechando la situación, ampliaron su ventaja.
Pero como le suele pasar al Santos, en los minutos finales, el rival volvió a la vida y acortó distancias. Aún así, la ventaja la tienen los Guerreros con un gol en el marcador y tres anotados como visitante (primer criterio de desempate).
Ahora viene lo bueno. Una semana de trabajo para preparar la vuelta, donde también la afición tiene una tarea pendiente: llenar el estadio.
Podríamos pensar que a estas instancias el lleno en el Corona estaría asegurado, pero ya nada es seguro.
Hemos visto liguillas con las tribunas semipobladas cuando el rival no es "taquillero", más o menos así del calibre del Querétaro.
En la actual liguilla se han visto imágenes de butacas vacías en el 75% de los escenarios, es decir, sólo Tigres ha sido capaz de llenar su casa.
¿Qué pasa con la afición al deporte más popular en México? ¿Será que el espectáculo de la Liga MX ya no satisface a sus consumidores? ¿O la situación económica no da para darse esos gustos?
Es liguilla, la época de los partidos emocionantes, cuando por fin los equipos juegan a ganar. Atrás ha quedado la especulación.
Santos podría salir el próximo domingo a jugar a lo mismo, aumentar la ventaja y luego ponerle drama en los últimos minutos. Y que se vengan las semifinales.
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