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Voz del Dihablo

LA CURA PERFECTA

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FOKO

Quizá sea yo el hombre más afortunado del mundo. La vida parece querer saldar su deuda con sorpresas sobre el escenario y de pronto el camino se pone de modo para estar ahí.

Tengo que admitir que no soy el fan número 1 de The Cure, pero desde hace varios años, cuando hacía uso de la razón, me cautivaron dos, tres "rolitas" del grupo.

En gran medida por influencia de mis primos más grandes que yo, Poncho y Alejandro, que compartieron sus gustos musicales con el "chavillo" que comenzaba a educar al oído.

De las primeras canciones que recuerdo (y por ende, de mis favoritas) es A Forest. La escuché en una Noche de Talentos en la secundaria. Luego oí a Caifanes y bueno, la comparación está de sobra. Y así me fui, regresando a su material publicado y siguiendo a partir de ahí lo posterior.

De cualquier forma, no era mi sueño ver a The Cure "en vivo", pero el sueño se hizo realidad el martes pasado.

No esperaba que tocaran A Night Like This; tengo la maña de checar los 'setlist' recientes antes de ir a un concierto y no aparecía como probable, pero se la echaron. Fue la tercera en el orden.

Ya de ahí, pude haberme salido a llorar. Sin embargo decidí quedarme; lo mejor siempre está por venir.

Vino Lovesong (otra deuda que pagar) y Friday I'm in Love, que curiosamente también me gusta mucho… supongo que es pura nostalgia.

Nunca antes había visto a un grupo tocar tanto tiempo seguido, casi sin interrupciones, sin anunciar qué canción sigue, sin ponerle el micrófono al público y todo eso se agradece.

El bajista es como un extraterrestre; no deja de moverse y al mismo tiempo toca el bajo.

Robert Smith parece que se deshace en sudor. Pero no, su voz no se agota ni con tres horas a dale y dale. Tres horas y media, casi. ¡Qué lejos está la hora y 15 minutos que tocó Megadeth en 2011!

Sí, el concierto fue largo, tan largo que llegué a acostumbrarme; pensé que así sería la vida a partir de cierta edad, pero la vida tuvo que continuar.

Con todo, fue una gran noche en el que se ha convertido en el escenario natural de la buena música en el norte del país. ¡Qué envidia! Ni qué decir de la organización, que raya en lo casi perfecto.

No cabe duda, yo podría ser el hombre más afortunado del mundo.

Sígueme y hablemos 'heavy': @Foko_54

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