Serafín Contreras pleno de sabiduría afirma: "No pierdas la ortografía práctica en la vida diaria. En nuestra existencia hay paréntesis, puntos suspensivos, […entreguionados, punto y coma] comas y punto final."1
La hermosa frase la traigo a estas líneas, debido a que mientras el viejo Filósofo viajaba a dictar una conferencia con motivo del 22 aniversario de la fundación del Instituto Tecnológico de Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, el destino llevó al punto final la vida de mi tía Cuca.
En mi tierna infancia, fue una hermana y una tía que generosamente solidaria nos prestó una casa de lámina de cartón, que había en el patio de su casa, para que mi santa madre y yo viviéramos.
A ella, que hacía el bien, por el bien mismo, desde lo más íntimo de mi corazón, hace una semana le di las gracias por todo lo que hizo por nosotros, al tendernos la mano cuando más lo necesitábamos.
La tía Cuca -como cariñosamente le llamaban mis amigos- al igual que mi mamacita, no me dejaron una gran herencia, sino un profundo legado que se finca en los valores: amar, ser, respetar, justicia, amistad, libertad, paz, dar, humildad, conocimiento, perdón, humor… gratitud.
Le agradezco a mi Padre Dios que habiendo "tanta vida, tanto tiempo y tanto espacio", le haya dado a mi alma, la oportunidad de coincidir con una tía tan fraterna… como solidaria.
Mi sabia madre me enseñó que ser agradecido es una labor espiritual que enriquece el alma, provee una vida saludable, próspera, una visión positiva de la existencia, nos lleva a ser feliz, expande nuestra modesta cosmovisión, nos permite revelar aquello que era invisible a los ojos por nuestra condición limitadora…trueca las quebrantos en ganancias.
¿Ganancia con la muerte de mi tía? ¡Sí, ganancia!, porque deja esta temporalidad, para pasar a la eternidad; ya su frágil carnalidad flagelada por el dolor, no sufre la decadencia que llega con los años; porque ella, -en fin mujer de fe-, estaba preparada para llegar a las manos del Señor, para vivir el gozo perpetuo; porque la muerte no es separación sino unión. Antonio Lavoisier afirmaba "Nada se crea, nada se destruye… sólo se transforma".
Hay una historia en la que la muerte es coloquialmente explicada."Un hombre enfermo se preparaba para salir del consultorio del médico que le estaba examinando y dijo:
-Doctor, me asusta la muerte, dígame, ¿Qué hay al otro lado?
-No lo sé -responde el galeno.
-¿No lo sabe?, Usted es cristiano y ¿no sabe qué hay del otro lado?
El doctor tomó la manija de la puerta, del otro lado se oían rasguños y gemidos, cuando se abrió la puerta, un perro entró en el cuarto, saltó sobre el médico y con gran alborozo le lamía lleno de contento, el médico se volvió hacia su paciente y dijo:
-¿Vio lo que hizo mi perro?, él nunca había estado en este cuarto antes. No sabía qué había adentro. Sólo sabía que su dueño estaba allí y cuando se abrió la puerta, saltó sin ningún temor.
Yo poco sé de lo que hay del otro lado de la muerte... pero si sé una cosa: Que mi Dueño estará allí y eso me basta".
Resulta que 3 viejitos están platicando sobre sus problemas de salud, el primero de ellos dice:
-Han de saber que me despierto a las 7 de la mañana y con unas terribles ganas de orinar, voy al baño, estoy una hora y nada… es la próstata.
El segundo replica:
- Miren, eso no es nada, yo todos los días me despierto a las 8 de la mañana ,desesperado, con unas ganas inaguantables de hacer popó, una hora en "el trono" leyendo diarios y nada… es estreñimiento.
El tercero que atentamente los escuchaba en silencio es interrogado con la mirada.
-Miren 'abrones, a mí no me miren, yo no tengo ningún 'inche problema, yo soy un relojito: a las 7 meo, a las 8 cago… ¡y a las 9 me despierto!
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