A cinco meses de iniciado el sexenio del priista Enrique Peña Nieto, se observan ya lejos los primeros días de los compromisos, las promesas, los acuerdos y la agenda mediática del presidente. Poco a poco, la terca realidad se ha ido imponiendo sobre el discurso modernizante y esperanzador que el titular de Poder Ejecutivo Federal y su equipo han tratado de impulsar.
En el arranque de su gobierno, Peña Nieto trató de colocar en la mesa temas distintos al que había dominado la agenda pública durante el sexenio del panista Felipe Calderón Hinojosa. De pronto, la inseguridad pareció pasar a segundo término y la cruzada contra el hambre se convirtió en la gran bandera de la Presidencia de la República. El Pacto por México y las reformas que se conseguirían gracias él fueron elogiadas por medios y actores internacionales. Mejora educativa, lucha anticorrupción, transparencia, nueva ley laboral y crecimiento económico fueron los grandes conceptos del comienzo de la era peñanietista. Pero los hechos han terminado por dibujar un país distinto al presentado por ese intento de retórica renovadora. El México real se impone al México de las percepciones.
Así, la disminución en el número de homicidios dolosos en los primeros cuatro meses del sexenio es apenas un 8.9 por ciento menor al de los últimos cuatro meses del sexenio anterior, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Seis mil 109 homicidios en un tetramestre, es decir, un promedio de 50 diarios. El ánimo optimista de la Presidencia y el cambio de discurso no coincide aún con la realidad, mientras que todavía no se vislumbra con claridad la estrategia de seguridad a seguir por el actual gobierno. Guerrero, La Laguna, Estado de México, Tamaulipas y Veracruz siguen siendo focos rojos en este tema.
Por otra parte, las loas hacia el gobierno federal por el encarcelamiento de la expresidente del sindicato magisterial, Elba Esther Gordillo, y por la aprobación de la reforma educativa, se han visto opacadas por la radicalización de la oposición de un sector de los maestros, sobre todo en Guerrero, y por el nulo avance en materia de democracia al interior del sindicato. Pesan también la complacencia hacia otros cacicazgos sindicales como el que ejerce Carlos Romero Deschamps en Pemex, quien ya se tomó la foto con el presidente Peña Nieto.
En materia de transparencia, la aparente voluntad del Ejecutivo Federal de frenar el uso discrecional de los recursos públicos no ha alcanzado para esclarecer el escandaloso crecimiento de la deuda de las entidades federativas, entre ellas Coahuila, en donde la ciudadanía ignora el destino de los recursos de los créditos contratados.
Por último, el Pacto por México se encuentra congelado por nada menos que un asunto de carácter político electoral. La sospecha sobre la mal uso de los recursos de programas sociales en Veracruz ha despertado el encono de los partidos adheridos al pacto, quienes han puesto en entredicho el objetivo verdadero de la Cruzada contra el Hambre. La figura de Rosario Robles al frente de la Sedesol se tambalea, mientras que el presidente intenta darle el espaldarazo en medio de las críticas y la amenaza de una nueva parálisis legislativa. La primera víctima: la reforma financiera.
La luna de miel de Peña Nieto ya terminó. Ahora le toca empezar a gobernar el México real.
