¿Por qué tan distintas las reacciones del presidente? A Humberto Benítez Treviño, el procurador federal del consumidor, se le ha destituido por el intento de unos inspectores de la Profeco de clausurar un restaurante capitalino, debido a que su hija, Andrea Benítez, no obtuvo la mesa que quería. En cambio a la secretaria de desarrollo social, Rosario Robles, algunos de cuyos subordinados fueron captados en una grabación mientras planeaban utilizar los puestos y recursos de la Sedesol para apoyar electoralmente al PRI de Veracruz, el presidente simplemente le ha aconsejado: "Rosario, no te preocupes. Hay que aguantar porque han empezado las críticas."
No debe haber sido fácil la destitución de Benítez como titular de la Profeco. Un comentario de la columna Templo Mayor del periódico Reforma señalaba el 29 de abril que pocos en el gabinete son tan respetados por el presidente como Benítez, un abogado y ex procurador general de la república con 67 años de edad a quien Peña Nieto se dirige respetuosamente como "maestro". El que hayan pasado tres semanas entre el intento de clausura del Maximo Bistrot y el cese recalca lo difícil de la decisión.
Cuando por fin se dio a conocer la separación del cargo, el anuncio no lo hizo el superior jerárquico de Benítez, el secretario de economía, Ildefonso Guajardo, sino el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Hay en esto un mensaje a todo el equipo de gobierno. Si bien Osorio recalcó que Benítez no participó en la clausura del restaurante, añadió: "Además de cumplir nuestras funciones en el marco de la ley, estamos obligados a desempeñarnos con ética y absoluto profesionalismo."
Llama la atención que Benítez fue oficialmente destituido. Es muy común en la administración pública de nuestro país presentar los ceses como renuncias. En este caso no solamente se habla de una destitución sino que se dice que fue por órdenes del presidente. Era más fácil para lanzar el mensaje al resto de los funcionarios.
Imagino que Benítez debe haberse convertido en un pesado lastre para la Profeco en un momento en que ésta enfrenta retos enormes por la escalada de precios de alimentos. A la debilidad física generada por la operación de cadera del ex procurador, poco antes del escándalo provocado por su hija, habría que añadir una creciente debilidad política. No había acto público al que se presentara Benítez en el que no se le pudiera señalar como el padre de Lady Profeco.
Pero si Benítez no cometió realmente ninguna falta en lo personal, tampoco lo hizo, al parecer, Rosario Robles en el caso de los funcionarios que planeaban el uso de recursos de la Sedesol para propósitos electorales. En este caso los suspendidos o destituidos han sido los funcionarios de menor nivel, pero el presidente le ha dado un franco espaldarazo a la titular de desarrollo social. ¿Por qué?
La importancia política de Rosario es, por supuesto, mucho mayor que la del ex titular de la Profeco. Benítez era quizá un respetado maestro, pero Robles es una crucial aliada con raíces en organizaciones de izquierda (por eso la odian los perredistas) y la capacidad de manejar una compleja red de programas sociales. Para Peña Nieto la destitución de Benítez, sin duda conversada de antemano con el ex procurador, es dolorosa, pero permite mandar un mensaje de disciplina a sus colaboradores. La pérdida de Rosario sería mucho más seria.
El presidente es un político y en política la conveniencia es más importante que el respeto. El maestro quizá pueda ser acomodado en alguna discreta asesoría. Pero Rosario tiene todavía batallas muy importantes que pelear.
SIN PAPEL
El gobierno atribuye la grave escasez de papel higiénico en Venezuela a una "campaña mediática" de la oposición. Las expropiaciones y controles de precios son la razón real. Venezuela está pagando los costos de una década de mala administración.
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