Prolífico pintor y escultor impresionista francés, a quien se recuerda en el 180 aniversario de su nacimiento, Edgar Degas se atrevió a mostrar las contradicciones de su tiempo, además de ser considerado como uno de los maestros del color y movimiento.
De acuerdo con los expertos, su trabajo y su maestría en representar el movimiento en la pintura fueron reconocidos hasta después de su muerte. Inspirado por los maestros del pasado, participó en las principales exposiciones del impresionismo, si bien llegó a criticar los principios básicos de este movimiento.
Nació en París, Francia, el 19 de julio de 1834, hijo de Célestine Musson De Gas y de Agustín De Gas; creció en una condición social privilegiada, lo que le permitió acceder a colecciones particulares de pintura de la clase alta parisina, además de formarse en la tradición clásica como autodidacta a raíz de múltiples viajes.
Hacia 1845 Degas inició el bachillerato en el Liceo Louis-le-Grand para concluirlo en 1853. Después, contrario al talento que poseía, ingresó a la Facultad de Derecho, la cual abandonó para dedicarse de lleno a su gran pasión, la pintura.
De acuerdo con información publicada en el portal electrónico ”buscabiografias.com”, en 1854 se convirtió en alumno de Louis Lamonthe y al año siguiente ingresó a la Escuela de Bellas Artes en París.
Debido a su gran admiración por Jean-Auguste-Dominique Ingres, Degas comenzó plasmando en el lienzo temas históricos, de lo que es prueba su obra “Las muchachas espartanas provocando a la lucha a sus compañeros”, en la que representa a las jóvenes de la antigua Esparta que incitan a los jóvenes a pelear contra ellas.
Según su biografía publicada en el sitio “arteespana.com”, influido por el movimiento impresionista, abandonó las escenas académicas para dedicarse a una temática contemporánea y así participar en ocho exposiciones de un selecto grupo compuesto por pintores como Camille Pisarro, Pierre-Auguste Renoir, Claude Monet y Édouard Manet.
La preocupación por captar el movimiento con fidelidad, le llevó a obsesionarse con temas como las bailarinas o las carreras de caballos.
Así, para realizar su famosa serie de pinturas de bailarinas, Degas estudió a las mismas de forma meticulosa desde el punto de vista del espectador, tras el escenario, en los descansos y en los ensayos.
En 1877, su pintura comenzó a decantarse hacia los temas sociales, como consecuencia de la influencia del escritor Émile Zola y de las tartulias mantenidas den el café Guerbois.
No obstante, Edgar Degas no permanecería en la historia de la pintura por sus reivindicaciones sociales, sino por los efectos de movimiento que logró plasmar en muchas de sus obras.
Según “artehistoria.jcyl.es” La fama de Degas comenzó a crecer durante la década de los años 70 del siglo XIX, al vender un gran número de obras con facilidad.
Sin embargo, las tensiones entre miembros del grupo impresionista y Degas cada vez eran mayores, por lo que se fue conviertiendo en una persona solitaria, al dejar de exponer con otros artistas hasta el grado de no querer exhibir sus obras al público en general.
Durante la octava década del referido siglo comenzó a perder la visión, lo que le llevó a trabajar con dos medios nuevos: la escultura y el pastel. Sin lograr el reconocimiento deseado, varias de sus ideas en fueron realizadas después de su muerte, acaecida el 27 de septiembre de 1917.
