El compositor y director de orquesta mexicano Carlos Chávez, a 115 años de su natalicio, que se cumplen hoy, es recordado por haber alcanzado lo más alto de la música clásica a nivel internacional. (IMAGEN TOMADA DE INTERNET)
Carlos Antonio de Padua Chávez y Ramírez, quien fuera el hijo más pequeño de seis hermanos, nació el 13 de junio de 1899 en Popotla, pueblo situado en las cercanías de la Ciudad de México.
Tras la muerte de su padre, el pequeño Carlos fue educado por su madre Juvencia, quien se desempeñaba como la directora de la Escuela Normal de Jóvenes Mujeres de Popotla, ocupación que le facilitaría criar a sus hijos.
De acuerdo con información publicada en el sitio en Internet “buscabiografías.com”, Chávez comenzó a tomar clases de piano con su hermano Manuel, y luego estudió con el principal compositor mexicano de aquél tiempo, Manuel M. Ponce (1882-1948). No obstante, atribuiría su formación musical sería Pedro Luis Ogazón (1873-1929), reconocido por introducir la música de Claude Debussy (1862-1918) en México.
Su talento salió a la luz cuando poco después de iniciar sus estudios de piano, empezó a componer algunas piezas sencillas aparte de convertirse en partidario de la improvisación.
Su biografía publicada en el portal electrónico “craton.chez.com” indica que fue a los 12 años cuando el joven músico comenzó a leer y comprender las partituras orquestales de los grandes maestros de la música, después de leer el “Tratado de instrumentación y orquestación”, de Albert Giraud (1860-1929).
Identificado con la juventud revolucionaria de la época, en 1915 Chávez fundó la revista “Gladios”, una de las más importantes en su género.
En 1921 se consolidó como compositor, al presentar su primer concierto público con sus propias composiciones entre las que destacan “Sexteto para piano y cuerdas” (1919).
Ese mismo año, por encargo de José Vasconcelos (1882-1959), secretario de Educación del gobierno de Álvaro Obregón (1880-1928), compuso el ballet azteca “El Fuego Nuevo”, basado en una leyenda prehispánica, que fue estrenado en 1928 por el autor, quien dirigió a la Orquesta Sinfónica de México (OSM).
Después de contraer matrimonio con Otilia Ortiz, en el invierno de 1922, realizó un viaje de observación por Austria, Alemania y Francia, países en los que escuchó por primera vez la música de Stravinski y Schönberg.
Información divulgada por El Colegio Nacional menciona que tras su viaje por Europa, el compositor mexicano radicó un tiempo en Nueva York, Estados Unidos, y a su regreso fue invitado a dirigir la Orquesta Sinfónica de México, con la que participó en 267 conciertos.
En 1958, el director mexicano impartió la cátedra de poética en la Universidad de Harvard, sucediendo en la labor a compositores de la talla de Stravinski, Hindemith y Copland.
Posteriormente, en 1973, el compositor fue nombrado jefe del Departamento de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), pero al ver que el puesto que desempeñaba le restaba tiempo para dedicarse a lo que verdaderamente le apasionaba, la composición, un mes después renunció.
A lo largo de su carrera, Chávez recibió diversas distinciones, tales como el nombramiento de Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia y como miembro Fundador de El Colegio Nacional.
Asimismo, creó un catálogo conformado por más de 200 composiciones, de entre las destacan: “Caballos de vapor” (1926-1932); “Sinfonía No. 2, India” (1935-36) y “Xochipilli Macuilxoxhitl: Una música azteca imaginaria” (1940), esta última pieza, le fue encargada para la exhibición de arte mexicano en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Otras de sus importantes obras son: “Concierto para violín” (1948-1950); las “Sinfonía No. 3” (1951), “Sinfonía No. 6” (1961), “En Invención” (1958), “Resonancias” (1964), “Elatio” (1967), “Discovery” (1969) e “Initium” (1971).
En 1974, Carlos Chávez alquiló un apartamento frente al Centro Lincoln, donde vivió hasta su muerte, ocurrida el 2 de agosto de 1978 en la Ciudad de México mientras realizaba una visita a su hija.
