El tenor ruso Vladimir Atlantov, intérprete de teatro clásico ruso y de óperas francesas e italianas, llega hoy a los 75 años de vida.
Atlantov, quien es considerado el artista del pueblo, nació en la ciudad de Leningrado, actualmente San Petersburgo, Rusia, el 19 de febrero de 1939. Su madre fue una soprano lírica.
De acuerdo con sus biografías, a la edad de seis años ingresó al coro de la escuela Glinka, y como puede consultarse en “cyclopedia.net”, hacia 1957 fue admitido en el Conservatorio de Leningrado.
En 1962, aún siendo estudiante, fue contratado como pasante para actuar en el Teatro Kirov, lo cual le valió ser reconocido con la Medalla de Plata de la competencia Glinka, e ir a estudiar a la ciudad de Milán, en Italia.
A su regreso a la Unión Soviética, relata la página www.allmusic.com, ganó el Concurso Tchaikovsky 1966, y al año siguiente se unió a elenco del teatro Bolshoi, situado en Moscú, en donde sus primeras óperas fueron “La Traviata”, de Giuseppe Verdi (1813-1901), y “Eugene Onegin”, musicalizada por Piotr Illich Tchaikovsky (1840-1893).
De 1966 a 1967 fue condecorado con el primer premio de la tercera edición del Concurso Tchaikovsky de Moscú; fue ganador en del premios en la competición internacional de Sofía; Bulgaria, además de obtener el cuarto premio del concurso Internacional de Montreal, Canadá.
Hacia 1978, fue uno de los siete tenores que fueron invitados a conmemorar 105 años del natalicio del tenor italiano Enrico Caruso (1873-1921), en el Teatro San Carlos, de la ciudad de Nápoles, Italia.
Como se narra en el espacio web de la radiodifusora La Voz de Rusia, Atlantov interpretó los papeles de tenor en las óperas “Tosca” (1887), “La Dama de Pica” (1890), “Carmen” (1875) y “Sadko” (1898), entre otras.
Aunque su carrera artística se desarrolló primordialmente en Rusia e Italia, en 1988 dejó el Teatro Bolshoi, para continuar con su carrera artística en el extranjero presentándose en recintos como La Scala de Milán Italia; el Covent Garden en el Reino Unido; la Ópera de Viena, en Austria, y el Metropolitan Opera de la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos.
Para la crítica, su voz no es precisamente bella, pero sí oscura, contundente y de gran expresividad, comparable con la de Enrico Caruso.