El escritor y diplomático mexicano Alfonso Cravioto es evocado como uno de los poetas más reconocidos de la primera mitad del siglo pasado, no obstante que su legado poético ha quedado casi en el olvido.
Al cumplirse hoy 59 años de su deceso, vale la pena recordar al literato, quien cultivó “una literatura hispanoamericana”, que dio lugar a la robusta presencia actual de los escritores mexicanos de la segunda mitad del siglo XX”, destaca el libro “Narrativa hidalguense: Desde la antigüedad de Tula al siglo XIX”, de Luis Rublúo.
Alfonso Cravioto Mejorada nació el 24 de enero de 1884, en Pachuca, Hidalgo, indica su perfil biográfico publicado en el portal del Tribunal Electoral de dicho estado: “trielectoralhidalgo.org.mx”.
Fue hijo de Laura Mejorada y Rafael Cravioto Moreno, diplomático que, al igual que sus hermanos Francisco y Simón, fue gobernador del estado de Hidalgo.
Cursó la secundaria y preparatoria en el Instituto Científico y Literario de su estado natal; más tarde, se trasladó a la Ciudad de México, donde se graduó como abogado de la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
Con tan sólo 16 años, ocupó la dirección del periódico “El Desfanatizador”, que fundó al lado de Francisco de Paula Castrejón, Rodolfo García Ramírez y Francisco Bracho, un grupo de jóvenes que se reveló contra la actitud conservadora del gobierno estatal y la dictadura de Porfirio Díaz (1830-1915).
En la capital del país, se integró como vicepresidente al Club Antirreeleccionista Redención, que tuvo al periódico “Excélsior” como órgano de propaganda.
En abril de 1903 fue encarcelado en una prisión de Belén, Palestina, donde permaneció por seis meses junto a Juan Sarabia (1882-1920) y los hermanos Jesús (1871-1930), Ricardo (1874-1922) y Enrique Flores Magón (1877-1954).
En ese mes, “El hijo del Ahuizote”, publicación en la que colaboró, dio a conocer el “Manifiesto a la Nación”, que redactó el Club Antirreeleccionista, y el poema “Dios y el Alma”, una de las primeras obras de Cravioto.
Fue secretario del Ayuntamiento de México; diputado de la XXVI Legislatura; director General de Bellas Artes, así como oficial mayor y subsecretario de Educación Pública, señala la página web “biblioweb.tic.unam.mx”.
Se desarrolló como embajador en Holanda, Cuba, Chile, Guatemala y Bolivia; fue diputado Federal, entre 1916 y 1919, y presidente del Senado, en el periodo 1920-1922.
Además, fue miembro de Ateneo de la Juventud, junto a personalidades como Antonio Caso (1883-1946) y José Vasconcelos (1882-1959); así como de la Academia Mexicana de la Lengua.
Entre sus obras figuran “Germán Gedovius” (1916), “Eugenio Carriere” (1916) y “Aventuras intelectuales a través de los números” (1937).
Destacan, también, “El alma nueva de las cosas viejas”, que incluye finos poemas sobre la época colonial, y “Cantos del Anáhuac”, conformada por su producción poética en la que aborda la etapa prehispánica.
Asimismo, publicó diversos poemas en revistas literarias, como “Savia Moderna”, de la que fue fundador, “La Nave”, “Revista de Revistas”, “Pegaso”, “México Moderno” y “El Maestro”.
A través de su poesía, Alfonso Cravioto, quien falleció el 11 de septiembre en 1955, tejió leyendas, cuentos, historias y tradiciones con una intención libre de prejuicios y rica en ideas profundamente mexicanas.