Con el contexto y características propias que a cada año corresponde, 2014 será recordado, más por los acontecimientos violentos que marcó nuestra vida pública, que por todos los buenos augurios de bienestar y desarrollo ofrecidos, como fue el caso del lamentable año de 1994, en donde diversos sucesos violentaron al país creando gran incertidumbre, desconfianza, zozobra, desesperación y frustración social. Ayer como hoy, las víctimas y grupos más afectados fueron los mismos de siempre, las comunidades de extracción rural, las que siguen teniendo hambre y sed de justicia desde la colonia, como lo solía decir Justo Sierra.
Ante la crisis de legitimidad y credibilidad gubernamental que se vivió en aquel momento, sin negligencia, ni arrogancia alguna, los actores políticos de todos los partidos, acordaron apoyar las propuestas del presidente Zedillo, para impulsar reformas que permitieron crear una nueva base de gobernabilidad democrática, con el fin de instaurar nuevas formas de organización institucional para dotar de plena autonomía, a la instancia encargada de organizar imparcialmente las elecciones federales (IFE) y la institución encargada de hacer valer el orden constitucional, la SCJN. No fueron logros menores, porque se tuvieron que vencer inercias y dogmas que suponían que al fortalecer un poder del Estado de debilitaba el poder del Presidente.
Sin duda fueron reformas muy afortunadas, por el contenido y el momento en que fueron impulsadas, pero sobre todo porque se tuvo la capacidad para ofrecer repuestas a demandas desatendidas por muchos años. Estas reformas, ayudaron a resolver parcialmente el problema del déficit democrático con que eran percibidas negativamente ambas instituciones por la ciudadanía. Hoy se les critica por los excesos y abusos salariales que tienen, en donde claramente hay una desproporción inadmisible de ingresos con relación a la pobreza con que vive el 53 % de la población, contraria a los principios de austeridad con los que se instituye una república, pero no se les cuestiona su libertad de actuación, ni la relevancia de sus funciones para garantizar la protección y el ejercicio de derechos fundamentales.
En el año 2014, al igual que en 1994, se presentan circunstancias similares. Por un lado, hay un nuevo México legal, producto de haberse reformado casi la mitad de la Constitución, pero en el fondo se mantiene el México real, el que sigue agraviado por la violencia sin control, la impunidad, la corrupción, la injusticia y la falta de oportunidades para recibir una mejor educación o empleos mejor remunerados.
A diferencia de 1994, ahora hay una mayor crisis de credibilidad y confianza del ciudadano frente a sus gobernantes. Producto de estar mejor y más informados por las plataformas tecnológicas a las que tenemos acceso en tiempo real. Hay una protesta social claramente justificada, molesta, consciente y consistente, por los privilegios y abusos indebidos con los que se actúa en nombre de la democracia.
Es probable que muchos de nuestros problemas de confianza y credibilidad se puedan resolver, cuando el ciudadano tenga mejores canales de comunicación con todas sus autoridades. Nuevas formas de establecer relaciones de entendimiento y colaboración. Nuevos medios de control social para hacer valer, el antiguo principio en donde la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo.
Aprovecho para desearles una feliz navidad y los mejores deseos para 2015.
(Académico por la UNAM)