He citado en más de una ocasión las siguientes palabras de Jean Paul Sartre: "No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado". Con esa idea arranca el prefacio del libro "Los condenados de la tierra", de Frantz Fanon, admirable psiquiatra argelino que mucho contribuyó a la revolución e independencia de su país. El libro se publicó en 1961.
Desde entonces han transcurrido 53 años y la población casi se ha cuadruplicado: en 2013 la Tierra albergaba a 7 mil 125 millones de seres humanos. Salvo porque el número de personas con Voz y Verbo ha aumentado en forma exponencial, cinco décadas después, la idea sartreana sigue vigente. El incremento poblacional conlleva sinsabores similares a los de 1961: pobreza, marginación, escasez de agua, educación insuficiente, e insalubridad. Buscar las vías para hacer que los sinverbo continúen siendo transparentes sigue siendo apuesta del poder.
El 26 de septiembre es un nuevo hito en la historia del oprobio México de los políticos sobre el México de los sinverbo. Este doloroso parteaguas es el episodio más doloroso y siniestro de las últimas décadas. Supera, por el número, las tragedias de Aguas Blancas, Acteal y Tlatlaya. Lo supera también porque nunca el Gobierno mexicano había cometido y sigue cometiendo tantas sandeces.
El 26 de septiembre, 2014, en los libros de nuestra historia, en los libros en cuya escritura no se debe seguir traicionando la moral y en los cuales, a partir de la próxima edición de los libros gratuitos para educación básica, las autoridades educativas tienen la obligación de narrar lo sucedido en Acteal, Tlatlaya, Aguas Blancas y Ayotzinapa. Septiembre 26, 2014: horror, estulticia, crimen de Estado. Los historiadores gubernamentales deben narrar la muerte/desaparición de 43 personas, la muerte de seis personas inocentes así como las razones de la inoperancia de los políticos en el poder. Los muertos refuerzan el argumento de Sartre: Si las personas no tienen la facultad de disponer y usar Voz y Verbo, los ayotzinapas seguirán reproduciéndose "ad nauseam".
Cuando la amoralidad y el olvido rigen la vida política, los sucesos trágicos obligan a replantear la responsabilidad del Estado y de la sociedad. Triste escribirlo: Ayotzinapa y los pueblos vecinos adquirieron Verbo y Voz a raíz de los muertos-desaparecidos del 26 de septiembre. Cruda paradoja: La muerte ha otorgado a los normalistas asesinados Voz y Verbo (sugiero ver y escuchar el video en YouTube, "Pueblo de Guerrero toma las armas contra criminales").
Lamentablemente, la voz de los jóvenes masacrados ha superado con creces las "buenas noticias" económicas del nuevo México del PRI-PRD-PAN y lo ha colocado desde el fatídico 26 de septiembre, donde debe estar: una nación donde los derechos humanos se subsumen, donde la corrupción y la impunidad son endémicas y donde la ausencia de ética y memoria permite todo. Aguas Blancas como Acteal, Acteal como Ayotzinapa, Ayotzinapa como México. En Aguas Blancas, Guerrero, 1995, y en Acteal, Chiapas, 1997, pequeños monumentos recuerdan las masacres del Estado. En Ayotzinapa, la herida viva, la inconformidad de los padres, las cenizas enviadas a Austria, el diagnóstico aún pendiente de los forenses argentinos, las manifestaciones constantes contra el Gobierno en México y en el extranjero impiden erigir monumentos y son simiente para avivar la Voz de los ayotzinapos.
A partir de la fatídica fecha no hay día sin artículos periodísticos, marchas, videos, tuits y llamados en la red para exigir castigo (justicia nunca habrá). La muerte-desaparición de los jóvenes normalistas les ha dado voz a los sinvoz. Imposible hoy saber cómo culminará la tragedia de los normalistas. Seguramente dotará de Voz y Verbo a quienes carecen de esos atributos.
He citado, como dije en las primeras líneas, más de una vez la idea de Sartre sobre los desposeídos. Hoy la considero más vigente que en 1961. Es más vigente porque el conocimiento y sus frutos no han recortado las brechas entre los sinvoz y quienes poseen el Verbo. No hay cómo reparar el dolor de los deudos de los muertos de Ayotzinapa. El crimen de Estado deberá otorgarle poder al Verbo de las comunidades, y su Verbo y presencia servir para degradar, imputar, exponer y encarcelar a los responsables.
Notas insomnes. Hoy inauguro este espacio. Me pregunto: ¿por qué, ante la tragedia de Ayotzinapa, ningún miembro del gobierno federal ha renunciado?, ¿qué decir de su dignidad?
(Médico)