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A propósito de un ejercicio ensayístico

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A propósito de un ejercicio ensayístico

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Ismael Lares

De una clase que impartí a manera de seminario, en donde ensayamos a Sísifo como personaje, surgieron encomiables ideas que van desde la paráfrasis alegórica hasta la analogía personal; por supuesto, las reflexiones fueron ensayadas por cada uno de los alumnos.

Hubo un par de ensayos entrañables y personalísimos que hicieron de aquel personaje mitológico un ideal propio; al contrario, otros ensayos fueron objetivos y tomaron la idea del «hombre absurdo» de Camus -por intuición-, pero a partir de otras referencias, aunque coinciden con la imagen del humano consciente de la inutilidad de su vida. Y, finalmente, no podían faltar aquéllos que vieron en Sísifo la representación de la figura del obrero, y, por consecuencia, el desarrollo dialéctico de la filosofía materialista. De cómo es creada la realidad social.

Este ejercicio ensayístico surgió de la lectura y, posteriormente, de la reflexión del mito griego que ya mencioné. No leímos el ensayo filosófico de Albert Camus que se titula Le mythe de Sisyphe, aunque no fue necesario, pues al entrar en disertación los alumnos mostraron notables similitudes con la idea del escritor francés; quizá no en su totalidad, pero sí como acercamiento. ¿A qué obedece tal hecho? Creo que a la condición humana, y, más específicamente, a ese planteamiento humanista que hiciera Camus sobre la «conciencia del absurdo».

En la mayoría de los ensayos, el tema principal partió de tres principales hechos: la muerte como transformadora de vida, el sentido de la existencia y el fundamento «inúltil» del trabajo. He aquí tres de los grandes temas abordados a profundidad por escritores como el propio Camus, Ernesto Sabato, William Faulkner, etcétera; o de imprescindibles filósofos, por ejemplo, Sartre, Freud y Marx.

Sin mayor contratiempo, y de pronto, las ideas fluyeron de unos alumnos a otros. Hubo llanto, risas, aspavientos y exclamaciones a la hora de dar lectura a los ensayos en cuestión. Fue un ejercicio intenso, incluso diría que catártico, así como debe ser todo acto creativo.

Durante la clase, hubiera querido repasar esa profunda literatura del absurdo, pero el tiempo destinado al ejercicio no nos lo permitió. Es por eso que quisiera recomendar, aunque sea apresuradamente, algunas obras que resultan indispensables para adentrarnos al discurso del sinsentido existencial.

Si en nosotros aparece esa inmarcesible cosquilla del «despertar», es decir, de tomar conciencia, de ejercer a plenitud la frase -pieza central del pensamiento socrático- “Conócete a ti mismo”, pues, resulta necesario leer, al menos, tanto a Platón como a Aristóteles, por mencionar a los más importantes.

Un autor fundamental, profundamente pesimista acerca de la cuestión humana, e incluso nihilista, es Samuel Beckett, quien fue una figura relevante del llamado teatro del absurdo. Alguna vez leí, no recuerdo en dónde, que la escritura de Beckett agudiza la crisis del lenguaje, ya que en sus obras se manifiesta el sentimiento de fracaso hacia la comunicación. Para acercarnos a la concepción que este autor tenía del conocimiento de sí, recomiendo a cabalidad su obra El innombrable.

Pudiera mencionar decenas de títulos y autores, sin embargo, este espacio no permite el abuso de sus colaboradores -para fortuna de ustedes-, así que finalizaré mencionando un par de libros que para mí abundan aún más en el tema. El sonido y la furia, de William Faulkner, es una novela en donde acción y contemplación expresan el pensamiento consciente que evoca la realidad, pero no así para definirla. El largo y absurdo monólogo interior aparece como la sombra y la luz del pensamiento.

Finalmente, recomiendo a usted, atento lector, a una figura vital del absurdo, un autor que explora sin temor la atmósfera social y psíquica de su época. Me refiero a Franz Kafka. Así, en La metamorfosis, uno se podrá reflejar en un paisaje privado, personal y, en consecuencia, aislado. Allí todo se agrava como cuando uno está frente al espejo. El horror a sí mismo surge de la alienación que vive el personaje Gregorio Samsa, quien nos muestra lo absurdo que es sortear la realidad transformado en un insecto.

Twitter: @ismael_lares

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