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Adicción ¿al trabajo?

Cuando las horas laborales son horas de obsesión

Adicción ¿al trabajo?

Adicción ¿al trabajo?

Roberto Iturriaga

Millones de personas trabajan largas jornadas diariamente para poder salir adelante y desarrollarse profesionalmente. Aunque esta situación se considera normal y hasta saludable, existen algunas excepciones que rayan en lo extremo: los “adictos al trabajo” o «workaholics» (término original por combinación de palabras en inglés).

SOY «TRABAJÓLICO»

La vida de Esteban ha sido complicada en los últimos diez años. Luego de salir de la universidad, consiguió un puesto en una compañía importante; su sueldo y tiempo libre le alcanzan para llevar a cabo muchos de los sueños que cualquier persona quisiera, tales como salir de vacaciones, realizar paseos familiares a parques y comer en restaurantes con su pareja.

Sin embargo, Esteban tomó una decisión de forma inconsciente y decidió no hacer ninguna de esas actividades en beneficio de su vida personal: ha preferido entregarse totalmente a su trabajo y vivir para la compañía.

La determinación de Esteban tuvo diversas consecuencias. En su mente siempre se encuentra el papeleo pendiente, la agenda del día siguiente y otros planes para mejorar de cualquier forma su rendimiento laboral. Ha llevado al extremo la responsabilidad de su puesto de trabajo y su vida personal ha desaparecido por completo; simplemente no “tiene tiempo” para disfrutar de su familia y amigos.

Se ha transformado en un adicto al trabajo, bajo el pretexto de que su carga laboral se lo demanda. Prefiere pasar horas extra frente a su computadora que al lado de su pequeño hijo; encuentra mayor gusto en ordenar sus archivos que en hablar con su esposa, y por lo general, se siente más cómodo dentro de su cubículo en la oficina que en el mundo exterior.

Los expertos han estudiado de forma cada vez más detallada el fenómeno de la adicción al trabajo, un estado de la conducta que poco a poco se vuelve más común en todos los países del mundo sin excepción, y que cada vez cuenta con mayor relación con las problemáticas sociales en general.

Algunas personas, como en el caso de Esteban, pierden la noción del tiempo en el que se trabaja diariamente. De manera fija, cuentan con una especie de activación hacia lo que harán al día siguiente y se declaran «tranquilos», pues para ellos vivir para trabajar es lo «normal», aunque sea a las tres de la mañana, fines de semana o fechas familiares especiales.

¿TRABAJO MÁS DE LA CUENTA?

La adicción u obsesión a trabajar cuenta con distintos niveles de intensidad y puede manifestarse de manera diferente de acuerdo al carácter de la persona. En las etapas iniciales, las personas tienden a extender de manera inconsciente sus horas en los sitios laborales, con el objetivo de llegar más tarde a casa.

Una vez que llegan al hogar revisan de forma periódica sus teléfonos, computadoras o agendas para mejorar su «rendimiento» al día siguiente, además de que suelen recibir llamadas de compañeros o jefes en horas de descanso.

Los niveles intermedios y avanzados de adicción son fácilmente identificables, pues las personas comienzan a ser más conocidas por sus actividades de trabajo, que por logros personales. En las pocas reuniones familiares a las que asisten, no pueden hablar de otro tema que no sea su profesión, se sentirán incómodos fuera de su sitio laboral y tendrán dificultad para entablar nuevas relaciones personales. Se convertirán en seres fuera de su entorno «natural».

Regularmente, la adicción al trabajo se sitúa dentro de los trastornos obsesivo-compulsivos, por lo que el tratamiento psicológico para controlarlo será centrado en la conducta del individuo y su relación con el entorno.

“Es un tema complejo. En la mayoría de las ocasiones, los adictos al trabajo esconden alguna insatisfacción personal, que tratan de enterrar bajo horas y horas de su labor; en lugar de darse el tiempo de resolverla en la vida personal, la evaden con el pretexto de que su trabajo no se los permite. La realidad es que es algo cada vez más común de lo que se cree”, asegura el psicólogo Luis Francisco Méndez.

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el país del mundo donde más se trabaja al año. Con un promedio de más de dos mil 200 horas, supera incluso a países de Europa, Asia y otros de América Latina. Este fenómeno apunta a que los mexicanos pasan menor tiempo con sus familias, dedicando en proporción menos momentos de esparcimiento y de vida personal en general.

De las personas en edad laboral en México, entre los 18 y los 50 años de edad, es alrededor del cinco por ciento el que manifiesta algún síntoma de adicción a sus trabajos, mientras que un dos por ciento es el que podría tener una condición intensa de obsesión o adicción por trabajar.

Las cifras son aproximados de diversas organizaciones y hasta gobiernos, aunque es una realidad que todavía no se han dimensionado las consecuencias de una sociedad que cada vez es más adicta al trabajo, como escape de la vida personal.

“La solución no depende de que se tome algún medicamento o se oprima un botón mágico. Se trata de que la persona pueda poner en orden sus prioridades, y de que tenga un orden en lo que realmente considere necesario. Hay muchos trabajos, pero sólo hay una vida”, aclara Méndez.

Twitter: @betoiturria

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