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Adictos al trabajo

Diálogo

YAMIL DARWICH

Existe un campo de la medicina que poco hemos estudiado; se trata de las enfermedades sociales, aquellas adquiridas por las formas de vida actual, que alteran el equilibrio emocional y que en muchas ocasiones llegan a producir patologías físicas importantes, caso de los infartos.

Ya en otros "Diálogos" hemos tratado el tema del "burnoff o burnout", que cada vez se presenta con mayor frecuencia entre aquellos que son sometidos a estrés intenso, con fuertes cargas de responsabilidad laboral. Son personas que están "quemados" por la excesiva responsabilidad y que llegan a ver importantemente disminuidas sus capacidades profesionales presentando insomnio, alteraciones del carácter, desajuste social, laboral y/o familiar, etc.

En el extremo opuesto está la adicción al trabajo. "Workaholics" les llaman los norteamericanos a esas personas que buscan refugio en su trabajo y desatienden la parte familiar y social de sus vidas, terminando con un desajuste serio en su salud.

Ellos tratan de compensar sus desajustes en la esfera social y evaden la responsabilidad de sostener relaciones, desatendiéndolas; tratan de compensar las ausencias en la vida familiar justificándolas en el "tengo mucho trabajo" y/o llevándoselo a casa; no comparten con la familia y evaden las actividades sociales.

Otra particularidad es la aparente obsesión por cumplir horarios y rutinas laborales; aún cuando no sea necesario pueden permanecer horas sin tener nada que hacer en la oficina, buscando pretextos o creando necesidades, liberándose con ello del regreso a casa, quizá porque haya alguna actividad familiar en la que no quieren participar o temen involucrarse en ella por temor a fallar.

Continuamente se refieren al "mucho trabajo" buscando escucharse al decirlo en voz alta, para convencer a los demás, pero sobre todo justificarse a sí mismos; cuando se trata de compartir experiencias, comúnmente se remiten a las laborales; algunas de sus frases clásicas son "no tengo tiempo para nada" o "tengo mucho que hacer".

Otros signos importantes se encuentran en su portafolio de trabajo, con papeles que debiera haber eliminado, agendas cargadas con datos de personas del ambiente laboral, siendo referencias mucho más numerosas que las de amistades o familiares.

No es extraño que sufran de insomnio y a altas horas de la noche retomen el pensamiento obsesivo sobre situaciones del trabajo, desgastándose, sin lograr despejar la mente.

Cuando son forzados a tomar días de descanso, -algunas vacaciones por ejemplo- se perciben irresponsables y terminan por aburrirse, deseando regresar a casa y de ahí al trabajo, donde se sienten cómodos y tranquilos.

Desde luego que el daño se refleja en sus relaciones intrafamiliares, siendo factor de divorcios o inestabilidad de los hijos, principalmente en la vida adolescente.

Se sienten incomprendidos ya que "han entregado la vida al trabajo para que ellos estén bien". Lo mismo le sucede con amigos cercanos, quienes finalmente los abandonan y dejan de incluirlos en agendas y eventos sociales, ya que son "unos aguafiestas".

La desadaptación social debe ser tratada por médicos y psicólogos, en base a la reeducación y enseñarles a relacionarse con los demás, sin dejar de revisar los antecedentes humanos que les llevan a tal estado parasocial.

Aunque no hay estadísticas coincidentes en México, ya que son muy variables los datos arrojados por diferentes estudios de distintas empresas, se piensa que alrededor del 13 por ciento de los mexicanos pueden tener este problema, siendo los norteamericanos, con 12 por ciento y los canadienses con 8 por ciento, otros de los estudiados según una publicación de la revista de negocios de la Universidad de Harvard; lo cierto es que el 82 por ciento de los estadounidenses trabaja menos de 60 horas a la semana, línea que limita para definirles adictos al trabajo.

Según un estudio publicado en 1996, por Alonso Fernández, describe secuencias de la enfermedad: en la primera, se observa un comportamiento autoritario con colaboradores y familiares; en la segunda ya es evidente el estado de estrés y empieza el deterioro de la capacidad laboral, hay evidencias de fatiga y pueden aparecer adicciones; en la tercera hay episodios de depresión y enfermedades psicosomáticas que pueden ser de lo más variadas y para entonces son frecuentes los casos de alcoholismo; en la cuarta, profundizan en lo anterior y puede haber patología coronaria y hasta muerte repentina.

Aunque esta patología existe desde siempre, a últimas fechas se ha incrementado, especialmente en el medio urbano, entre profesionistas de mediana edad que temen perder la competencia con los más jóvenes y mejor preparados, y entre aquellos que no han resuelto sus problemas de relación; curiosamente, muchos de ellos se sienten héroes incomprendidos.

Vale la pena conocer estos datos para ayudar a algún cercano, tal vez Usted mismo descubra que tiene uno o varios de esos síntomas y, en el caso, bien vale la pena buscar y encontrar soluciones. ¿No le parece?

ydarwich@ual.mx

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