Antes de que Demián Hernández cantara la voz de "play ball", para los aficionados laguneros ya había comenzado el juego. Desde temprana hora, familias enteras, parejas de jóvenes, grupos de amigos, y los incondicionales veteranos, ya ocupaban sus lugares en la tribuna del Estadio de la Revolución, que para la mitad de la primera entrada, ya lucía un lleno total. La "porra" verde de los Saraperos acudió a brindarle apoyo a su equipo, instalándose con tambores, sarapes y animosas gargantas, para adornar la parte alta del dug out visitante.
La afición local lució el color naranja en sus mejillas, con sus sombreros vaqueros, y sus gorras en las que brillaba el blanco debido a lo nuevo de la prenda. Con el primer pitcheo de Felipe Arredondo llegó el nerviosismo a la tribuna, tensión, expectación y comerse las uñas fue un hábito constante entre los fanáticos. Fue en el tercer inning que llegó el primer estallido de júbilo, cuando Ronnier Mustelier, en la cuenta de una bola y dos strikes, prendió el lanzamiento para poner la pelota en el fondo del jardín izquierdo, con doblete productor de par de carreras, que puso adelante al equipo de casa.
Los asientos se vaciaron en la quinta entrada, cuando los aficionados se levantaron para aplaudir tremenda jugada en el jardín central de Juan Carlos Linares, al atrapar un batazo peligroso deslizándose, para posteriormente poner fuera a Luis Borges, quien corría por la primera base. Una jugada de ligas mayores que se llevó una ovación de esa envergadura. El pollo vaquero se encargó de enfriar un poco los nervios, y la tercera carrera naranja, producida por Santiago y anotada por Linares, ya le puso un tanto de hielo a la situación.
Cada out que lograban los Vaqueros se celebraba y aplaudía en grande, y al llegar los cuadrangulares espalda con espalda de Saíd y del Chivero, hicieron detonar la fiesta total en la tribuna. "Yo sí le voy, le voy a Vaqueros", "¡sí se puede!", fueron gritos recurrentes entre la fanaticada, que aplaudió en grande la labor del "guarumo" Felipe Arredondo, de Johan Yan, y se llenaron de confianza al ver entrar a Tony Peña a la lomita de las responsabilidades.
Como mandan los cánones, los fanáticos se pusieron de pie para ver el último out, y al atrapar Santiago González el elevado de Carlos Rivera, estalló el grito que había estado guardado desde el 2009, el festejo por estar en los playoffs. En el vestidor no faltaron los baños, incluso el presidente ejecutivo del equipo, Carlos Gómez del Campo, sufrió la empapada de los peloteros. El autobús con los implementos y staff se fue rumbo a Ciudad de México al terminar el juego, mientras que el plantel partió vía aérea a las 5 de la mañana de hoy sábado, para comenzar la serie ante los Diablos en el Foro Sol este mismo día a las 16:00 horas.
La afición lagunera se hizo sentir en las tribunas del Revolución. (Fotos Jesús Galindo y Ramón Sotomayor)
