La afición comenzó a dejar el Corona antes de que concluyera el partido.
La afición santista vivió una noche muy fría. Alentó, gritó y apoyó a su equipo. Oribe Peralta volvió al terruño, al equipo que lo vio crecer, en donde se consagró y la afición lagunera lo alentó y celebró sus goles estallando en júbilo cuando rompía las redes de la portería de los adversarios.
Regresó Oribe y la afición le aplaudió. Se mostró contenta, lo alentaron cuando salió a la cancha a calentar y el sonido local lo nombró en la alineación del equipo visitante.
Oribe dejó la playera del entrenamiento y se enfundó en el traje azulcrema, en el uniforme águila. Y ahí, cuando el árbitro Luis Enrique Santander Aguirre pitó para el arranque del encuentro entre Santos Laguna y el club América se acabó el cariño para el lagunero.
La afición se mostró fría, ahora era uno más del equipo rival. Los seguidores guerreros lo abuchearon una y otra vez cuando tocaba el balón, cuando trataba de generar peligro en la portería de Oswaldo Sánchez.
Oribe generó un par de jugadas de peligro y tiró un par de veces sin éxito.
Cuando terminó el primer tiempo hubo quienes incluso arrojaron billetes falsos a su paso, antes de que abandonara la cancha.
Para el segundo tiempo la afición le repitió la dosis a Oribe, pero Miguel Layún se encargó de quitarle el peso. Layún se convirtió en el villano de la noche fría en el Territorio Santos Modelo. Fue la noche de Layún. Fue su gran noche en Torreón. Incluso el cuarto y último gol llegó a pase de Oribe, pero con cuatro goles nadie le robaría los reflectores. Ni siquiera el oriundo de La Partida, Coahuila, el actual jugador mejor pagado del futbol mexicano.