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Al Larguero

Alejandro Tovar

Una de dos. O somos demasiados viejos por ello recordamos demasiado o los que hoy hacen el trabajo o no han leído o son demasiado jóvenes y sólo conocen de Messi y Cristiano en adelante. Lo dice uno porque se fue Javier Fragoso y en ese menudo reflejo de ignorancia, los informadores dejan sólo pequeños datos, como si se tratase de un ser común y el gran Chalo fue en su tiempo figura del América y la Selección Nacional, lo que no muchos pueden relucir.

Don Guillermo Cañedo (f), en su momento líder del cuadro capitalino y la FMF, lo llevó de una selección del DF, luego ganadora de Centroamericanos, al América, con el arquero Federico Ochoa. Chalo era un delantero alto, fuerte, de gran juego por alto y apto para luchar en el cuerpo a cuerpo dentro del área. Era un goleador que se hizo imprescindible y fue campeón 1965-1966. Cuenta Martín Ibarreche, que fue su compañero por años, que Fragoso se distinguía por su simpatía, yendo siempre al frente con bromas, anécdotas y cuentos mil. Otro par de características de Javier eran el porte para la vestimenta deportiva de moda y su fama de galán y seductor.

El notable atacante era hombre de palabra y jamás escondía sus sentimientos, se rebelaba cuando algo no le parecía y esa determinación le costó su salida del América enfrentando al técnico Walter Ormeño, que llegó con gran expectativa, que no pudo cumplir, así que se dedicó a dejar responsabilidades a los jugadores, eludiendo las propias, Fragoso lo enfrentó, cuentan, con un mensaje muy claro para empezar, dice Martín: ¿qué tienes p. . .negro? Lógico, ese desplante le causó su salida, junto con Jorge Gómez, directos a Puebla.

Vino a menos en su rendimiento, había perdido presencia de área y ahora insistía en jugar más atrás, como enganche y la gente que le exigía lo quería en punta, así que se fue a Zacatepec, donde era muy querido pero no logró resultados, así que en un arranque muy de su tiempo, apareció en Torreón, donde lo conocimos. Aquellos Diablos Blancos eran equipo de contrastes, dirigidos por un brasileño Nicola Gravina, que más que un técnico era un hombre que hablaba demasiado. En uno de esos monólogos tocó las fibras del gran Fragoso y se enfrentaron, porque en su momento de jugadores fueron rivales y no había simpatía entre ellos, como tampoco buen futbol y reventaron. El drama del descenso colma los sentidos.

En sus tardes torreonenses, Javier salía de su hotel y caminaba por la Morelos, muy solo. Eran clásicos su pelo hirsuto, sus jeans deslavados y su chamarra de cuero, las manos en los bolsillos, la mirada triste y el final de su carrera como jugador. Se fue del futbol en silencio y sólo apareció una campaña en Correcaminos como DT con cierto éxito. Del resto nada se sabe, porque se sumergió en la nada, en el anonimato total, hasta la noticia de su muerte.

Entre quienes lo conocimos quedará su imagen del joven que llegó a Torreón con gran sonrisa de ilusión. Pantalón y zapatos blancos, camisa azul celeste, cadenita y reloj de oro, anillos. Era el dandy Javier Fragoso.

arcadiotm@hotmail.com

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