Brasil 2014

Alemania y Argentina van por la copa

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AP

Cualquier cosa que pase, la final de hoy domingo entre Argentina y Alemania quedará en el recuerdo eterno, con un campeón que hará sonar su himno en un templo del futbol cuyo dueño fue despedido y humillado. Con la zurda de Lionel Messi, los albicelestes querrán escribir un poema de amor en Brasil que además alimente una leyenda: ninguna selección sudamericana perdió un duelo decisivo en el Continente Americano.

Argentina y Alemania son viejos campeones mundiales, pero desde hace tiempo que bajaron al reino de los pobres y ahora quieren volver a ocupar el palacio de los ricos.

Será la tercera final entre ambos países tras la victoria de Argentina 3-2 en México 1986 y la de Alemania 1-0 en Italia 1990. Los cinco títulos Mundiales de Brasil no serán alcanzados ni superados, pero los albicelestes van por su tercera corona y los teutones por la cuarta, algo que si logran les permitirá alcanzar a Italia en la tabla histórica.

"Hay que hacer un gran partido porque Alemania es poderosísima", subrayó el técnico Alejandro Sabella en la reunión de prensa ayer en el Estadio Maracaná. "Tiene un sistema de juego muy elaborado y trabajado. Hay que hacer el partido perfecto".

Alemania llega con toda la fuerza anímica que le dio la paliza a Brasil , no muestra síntomas de relajación y lejos está de arredrarse por los pergaminos que pueda exhibir una Argentina que cuenta con Messi y que marcha invicta con cinco triunfos y un empate.

"No temo a nada, no tengo ningún temor porque va a ser un partido entre dos equipos que han tenido duelos fascinantes en el pasado", destacó el timonel alemán Joachim Löw. "Hemos visto que la Argentina en este Mundial ha desarrollado partidos maravillosos y que están mejor organizados que en 2010", cuando Alemania despachó a la Albiceleste 4-0 en los cuartos de final en Sudáfrica.

Argentina también alzó el trofeo en 1978 como anfitrión, y perdió ante Uruguay la final de la primera Copa del Mundo en 1930. Alemania fue campeón en tres ocasiones, ya que antes de 1990 ganó los títulos en 1954 y 1974.

El Estadio Maracaná, donde Uruguay le ganó a Brasil la definición de 1950, será escenario de otro choque por el título y una vez más, la fiesta que armó el local la van a disfrutar los otros.

Potencias del universo no pueden estar tanto tiempo excluidas del gran festejo: Argentina no gana la Copa desde 1986 y Alemania desde 1990. O sea que en sus dos últimos choques finalistas, la alegría de uno fue a expensas de la tristeza del otro.

Pese a esa paridad, Alemania es la sombra negra de Argentina ya que la eliminó las dos últimas veces que chocaron en cuartos: por penales en casa en 2006 y luego en Sudáfrica, en los que fueron los dos primeros Mundiales de Messi. Sobre un total de seis juegos, los europeos ganaron tres y los sudamericanos uno.

Para un argentino no hay nada mejor que levantar el trofeo en territorio de su gran enemigo Brasil, con el que hay extrema rivalidad pese a que la verdeamarela lo supera con amplitud en la cosecha de títulos. Pero los argentinos recuerdan que Brasil está por debajo de ellos en galardones de Copa América, Libertadores y en Juegos Olímpicos.

Más seductor el presente que el pasado, Alemania llega envuelta en una inusual áurea de victoria con la paliza 7-1 que le propinó a Brasil el martes en semifinales en Belo Horizonte, mientras Argentina necesitó un día después de tiempo extra y los penales para quebrar la paridad 0-0 con Holanda en Sao Paulo, cuando Messi hizo lo que pudo y el gigantesco Javier Mascherano lo hizo todo.

Messi viene de mayor a menor. No es la Pulga eléctrica del Barcelona, pero siempre es capaz de hacer caer copos de nieve en pleno calor del Maracaná.

Argentina necesita de toda la sapiencia de Messi, la fuerza de Mascherano, el trabajo colectivo y también el aliento de sus cientos de miles de hinchas que acolchonados en banderas cruzaron la frontera o ya la divisan.

Löw ponderó no sólo a Messi, sino también a Mascherano, Ángel di María y Sergio Agüero, aunque básicamente destacó el juego grupal desplegado por los albicelestes.

"Si se creen que (Argentina) es sólo Messi cometerían un error", advirtió Löw. "Evidentemente Messi es un jugador que puede decidir un partido, pero el equipo cuenta con jugadores fuertes en toda la cancha. Creo que va a ser una final extraordinaria y va a haber mucha lucha".

Prioridad: conservar el orden atrás para no verse avasallada por los ataques en multitud de una Alemania que tiene una carta de gol envidiable, Miroslav Klose, quien ante Brasil firmó su 16to gol en cuatro Mundiales, para superar a Ronaldo y convertirse en el máximo artillero en la historia del campeonato.

Cuando ataca, Alemania tritura. Cuando lo hace Argentina, apenas lastima.

Alemania tiene 17 goles a favor y cuatro en contra, mientras Argentina cosechó ocho y recibió tres, con la señal positiva que se fue con la valla invicta en las etapas cruciales mano a mano con Suiza (1-0); Bélgica (1-0) y el 0-0 con Holanda.

"En el carácter Alemania siempre es poderosísimo y por eso junto a Brasil son de los que más títulos ganaron, también Italia", ponderó Sabella a su rival. "Hay que entregarlo todo, por el compañero, por la selección argentina, entregarlo todo".

Argentina no sólo debe cuidarse de Klose (2 goles en el torneo), sino que tiene otras cartas de gol como Thomas Müeller, que con cinco dianas está a una del máximo artillero colombiano James Rodríguez, así como también de André Schürrle, que tiene tres.

Messi, con cuatro tantos, es el único argentino con chapa de goleador. Ningún otro jugador pasó la unidad con el agravante que entre los artilleros, además de la Pulga del Barcelona, sólo figura Gonzalo Higuaín, autor del tanto de la victoria con Suiza.

Se vislumbra un duelo estratégico por la posesión del medio campo, en el que mucho tendrán que ver sus técnicos.

El centro es punto frágil de una Argentina que depende mucho del corazón y los tres pulmones de Mascherano, y los despliegues de Lucas Biglia y Enzo Pérez. Con la casi segura ausencia del Di María por lesión muscular, Pérez volvería a reemplazarlo.

Si Argentina no refuerza el medio campo y sale con marcas personales, podría suicidarse por la velocidad, despliegue y ocupación plena de espacios que suele hacer Alemania con Bastian Schweinsteiger, Toni Kroos, Sami Khedira, Mesut Özil o a quien le toque jugar.

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