(El Universal)
Susana Alexander tenía "veintitantos y algo" cuando fue congelada en su trabajo actoral y entendió que no podía tener actitudes de diva en el medio.
Resulta que en aquel entonces, la actriz tenía un novio quien le dijo que no debía laborar más de ocho horas y, para no perderlo, le hizo caso.
"Y entonces lo hice, le dije al delegado (de la Asociación Nacional de Actores): ya me voy y entonces me quedé ocho meses castigada ¡y vieran cómo aprendí! Si no trabajamos, simplemente no comemos.
"Entendí que no debía hacerle caso a los señores (risas) y que debía ser disciplinada, estar en el estudio, cuidar el trabajo porque uno no es insustituible", narra Alexander.
Así que con doble placer se encuentra en los ensayos de la comedia teatral francesa Locos por el té, producida por Ocesa, que estrena en octubre en la Ciudad de México.
En la puesta en escena donde comparte créditos con Cecilia Romo, Ulises de la Torre y Juan Ignacio Aranda, interpreta a una cotizada actriz que cuando las cosas no salen bien en una obra por estrenar, se desespera y renuncia.
Sin embargo, sus caprichos aquí no le serán concedidos, ya que tiene que lidiar con el nuevo actor, hijo del productor, y no hay modo de correrlo.
→ ¿Qué es lo peor de ser actriz, tomando en cuenta que la gente los puede abordar en la calle?
Yo diría ventajas, de que por ejemplo vayas a comer un taco, no haya mesas, y a ti te den.
También es bueno cuando estoy fuera de México: un día estaba muy cansada, me fui a una matinée en Broadway ¡y me quedé dormida! Dije: ¡bendito sea el señor que aquí nadie me conoce y no van a decirlo! (risas).
→ ¿Cuál es el comentario positivo y negativo que recuerda le han hecho en su carrera?
Ni bueno, ni malo. La gente es gentil, dice cosas muy lindas. Pero aprendí algo: una vez se me acercaron para decirme que yo y fulana de tal éramos sus actrices favoritas, lo decía con admiración verdadera, pero esa mujer que no diré quién y yo, no teníamos nada que ver. ¡Si ése es el parámetro, pues es igual!
En el aeropuerto de Los Ángeles estábamos haciendo cola para subir al avión y un hombre dijo a un niño: ven, te voy a enseñar a una de las mejores actrices y bueno, ¡al niño le importaba madres!
→ ¿Cuándo fue la última vez que alguien le dijo que parecía diva?
¡No soy, ni parezco! Esa palabra ahora es para todos. Antes eran primeras actrices, ahora diva; antes eran estrellas, ahora diva; es una palabra que no me gusta.
→ Con 50 años en el teatro, ¿qué extraña de aquella época?
Recuerdo una entrevista que me hicieron acerca de que el teatro estaba en crisis, pero siempre ha sido así. Hay que sacar a la gente de su casa y comprar un boleto que creen cuesta demasiado.
Esta obra (Locos por el té) la vi en Francia y el boleto me costó 45 euros (unos 800 pesos), aquí en México la gente cree que el teatro es caro, pero lo pagan con gusto en Broadway. Mucha gente no sabe que los jueves, atrás del Auditorio Nacional cuesta 40 pesos, ya ni el cine, el problema es que Bellas Artes no hace buena publicidad.
Participa en una campaña perruna
Dueña de 24 perros recogidos en la calle, Alexander forma parte de la campaña Soy dueño responsable, cuyos carteles se ven en el Metro de la capital mexicana.
Es un convenio entre el Muro A.C. y la Secretaría de la Salud del DF para que la gente cuide a sus mascotas. Nadie cobró, dice.
"Desde hace años lo único que hago es sufrir cuando veo a los perros en la calle y el maltrato, negligencia o falta de compasión hacia los animales es impactante. "Yo no sé cómo he acabado con 24 perritos de todos colores, tamaños y sabores, pero doy gracias a Dios por poder mantenerlos, me da trabajo para poder comprar sus croquetas", dice la actriz.