Todos los días como a las 6:30 de la mañana mi teléfono suena, de hecho chifla, indicando que llegó el primer mensaje del día. Se trata de mi buen amigo Poli que nos da los buenos días con su frase preferida: "ánimo el mundo gira y no se cansa". Casi de inmediato se inicia un concierto de respuestas al saludo de Poli, todas con un excelente humor desencadenado por el tono animoso de la primera, pero también porque conocemos el optimismo que siempre refleja Policarpo.
Efectivamente el planeta gira sobre sí mismo de oeste a este, y una vuelta completa tomando como referencia al Sol, dura 24 horas. Así es como en cada giro, vamos acumulando las experiencias y las emociones del día y la noche, que luego se extienden, con otro movimiento de la Tierra también giratorio, ahora alrededor del Sol, en el que los días se van sumando uno a uno mientras el planeta recorre una órbita de 150 millones de kilómetros, a una velocidad de 106,200 kilómetros por hora. La vuelta completa lo hace en 365 días con 6 horas, estas últimas se acumulan cada año, hasta que pasados cuatro años se convierten en 24 horas, por eso tenemos un año bisiesto de 366 días cada cuatro años. Durante este período, se pueden presentar cambios tan importantes como las estaciones del año.
El día de hoy 31 de diciembre, mientras nos preparamos para la última cena del año, nuestro planeta se encuentra transitando del último tramo de su órbita al primero y al mismo tiempo, está terminando un giro, por eso la emoción que sentimos y nos embarga cuando nuestros instrumentos que miden el tiempo marcan ese momento casi mágico del inicio del primer giro del planeta y del comienzo de su siguiente viaje en torno al astro rey. Nuestros recuerdos del año que termina ya decantados por el tiempo, se mezclan y se relacionan con los deseos inciertos del año que viene, y aunque se pone más énfasis en estos últimos, casi siempre son los primeros los que predominan en los sentimientos que afloran, sobre todo, cuando la situación ha sido debidamente aderezada por la mano de Baco.
La efervescencia del momento se apaga muy pronto, aunque quisiéramos que durara más tiempo. No obstante, continuará nuestra dubitativa forma de apreciar los tiempos pasados, presentes y futuros, al grado de complicarnos la vida de una forma aparentemente ociosa, pero que termina confundiéndonos, aunque la inercia y nuestra manera de percibir casi subliminalmente el paso del tiempo lo oculten. Esta ha sido una preocupación que se ve, se lee y se escucha en las creaciones de los artistas. John Lennon, compositor y cantante de canciones como Imagine, God, Mother, Mind Games y Stand By Me, se refiere a este asunto diciendo que algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora; y afirma que no existe el presente, lo que así llamamos no es otra cosa que el punto de unión del futuro con el pasado.
Otras celebridades, escritores franceses, como Gustave Flaubert que hace referencia al punto afirmando que "a veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas." Marcel Proust dice: "lo que importa no es pensar en el pasado ni en el futuro. Lo importante es cargar con el ahora." Michel de Montaigne destaca la actitud de los niños frente al tiempo: "los niños no tienen pasado ni futuro, por eso gozan del presente, cosa que rara vez nos ocurre a nosotros."
Algunos destacados poetas hacen referencia a diversas expresiones del tiempo. De la obra de José Emilio Pacheco escuchemos Contraelegía: "Mi único tema es lo que ya no está. Sólo parezco hablar de lo perdido. Mi punzante estribillo es nunca más. Y sin embargo amo este cambio perpetuo, este variar segundo tras segundo, porque sin él lo que llamamos vida, sería de piedra."
Y el poema corto Antiguos compañeros se reúnen:
Ya somos todo aquello
Contra lo que luchábamos a los veinte años.
De Walt Whitman, algo más suave a nuestros oídos: Coged las rosas mientras podáis/ veloz el tiempo vuela. La misma flor que hoy admiráis, mañana estará muerta.
De Mario Benedetti en su Tiempo sin tiempo: tiempo para mirar un árbol un farol/ para andar por el filo del descanso/ para pensar qué bien hoy es invierno/ para morir un poco/y nacer enseguida/ y para darme cuenta/ y para darme cuerda/ preciso tiempo el necesario para/ chapotear unas horas en la vida/ y para investigar por qué estoy triste/ y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo.
De Pablo Neruda en su Oda al Tiempo. El tiempo es decidido,/ no suena su campana,/ se acrecienta, camina,/ por dentro de nosotros,/ aparece como un agua profunda/ en la mirada/ y junto a las castañas/quemadas de tus ojos/ una brizna, la huella/ de un minúsculo río,/ una estrellita seca/ ascendiendo a tu boca.
¡Feliz 2015!