A mí, no me agradan lo santos reyes. Porque ni eran santos, ni eran reyes. Además, en su aniversario, no sólo no me trajeron nada, sino que me quitaron.
Un día de reyes, hace treinta y siete años, murió mi padre, en forma intempestiva. Por eso odio ese día.
Mi padre era un hombre que empezó a trabajar a la temprana edad de siete años, cuando quedó huérfano de padre. Su vida laboral nunca se interrumpiría, murió trabajando.
De él aprendí valores como la honestidad, la responsabilidad y la rectitud. Solía decir: "más vale una conciencia tranquila, que un peso mal habido en la bolsa".
Era un hombre con un profundo sentido del humor. De hecho, ese día que murió, habíamos departido alegremente al partir la rosca de reyes. Bromeamos como siempre lo hacíamos y casi se cayó literalmente de la risa, un par de horas antes de morir.
Eran tiempos de felicidad constante. Todos sanos y felices.
Aunque no era un anciano cuando murió, se puede decir que tuvo una vida plena. No conoció más que a algunos de sus nietos, pero los disfrutó mucho y los adoraba.
A su vez, el día 9 de este mes, sería el cumpleaños de mi hermano Ricardo, de quien también aprendí valores muy importantes que a su vez él había heredado de mi padre.
Ricardo fue un hombre de una fidelidad absoluta. Entró a trabajar para John Deere, cuando era apenas un pasante de ingeniería y se jubiló en esa empresa, después de 42 años de trabajo.
Excelente esposo y padre de familia. Excepcional hermano. Solidario con todos nosotros y buen hijo.
Aún recuerdo, cuando ante la inminencia de mi viaje de estudios a Europa, me llevó a una tienda a comprar ropa para ese viaje. Me debe de haber visto muy fregado, pero como fuera, le agradecí profundamente el detalle.
Cuando él se fue de la casa, a estudiar a México, yo todavía jugaba a los carritos. Por eso no sabía mucho de él, sino hasta que, ya adultos, coincidimos, primero en Saltillo y después en Torreón.
Pero en esos años, lo disfruté muchísimo y creo que él también me llegó a conocer mejor, porque a pesar de la diferencia de edades (me llevaba 11 años), teníamos muchas coincidencias en gustos.
Murió aún joven, pero igualmente disfrutó intensamente de la vida. Viajó por el mundo y se dio gustos especiales, como cuando se iba a Nueva York, al teatro o a ver un juego de beisbol, en el estadio de los Yanquis, antes de que lo demolieran, sólo por el gusto de haber pisado ese emblemático estadio.
Igualmente, el día 13 celebraríamos el cumpleaños de Chacha, mi otra hermana y eso también me trae muchos recuerdos.
Ella fue mi inseparable compañera de andanzas. Odontóloga de profesión, ejerció poco, porque se dedicó a su familia y de manera especial a educar a su hija Lucía. Tenía un acendrado sentido de la amistad y cultivó grandes amistades, como Bertita y Juan, de quienes siempre recibió atenciones y cariño, hasta eldía de su muerte.
Se me juntaron los aniversarios y amontonaron los recuerdos.
Perdón, por atreverme a compartirlos públicamente, pero como no acostumbre guardarme nada, los expreso como los siento.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".