Una tragedia total lo que le pasó a Brasil, es cierto que no venía jugando a nada y que avanzó fortuitamente hasta las semifinales del Mundial, pero nadie esperaba que los alemanes les metieran siete goles.
Hace un par de días habíamos apuntado en este espacio que sin Neymar las demás estrellas cariocas deberían de tomar un rol protagónico, pero, por lo visto, hicieron todo lo contrario: se espantaron, se escondieron, se desencajaron y la presión de cargar con el sueño de 200 millones de almas los acabó aplastando. Alemania aprovechó todo esto y en seis minutos liquidó el partido.
Por qué perdió Brasil...
Porque ante un equipo como Alemania no le alcanzó con la especulación, con el aliento de su gente, con la pobre propuesta de Scolari. Sin su líder en la defensa, Thiago Silva, los brasileños no supieron cómo ni por dónde les llegaron los goles, el corazón de David Luiz no fue suficiente para aplacar el vendaval teutón.
Además de que le pasó una aplanadora por encima, Brasil perdió también porque en el futbol como en la vida también trabaja el karma, y me gusta creer que a aquellos que obran bien se les recompensa tarde o temprano.
Rostros desencajados, lágrimas, sollozos, los brasileños (jugadores y aficionados) sufrieron lo indecible, perder en su casa en el deporte que reinventaron, y al que algún día le dieron alegría y sabor, el llamado "jogo bonito", de eso no quedó nada.
Trato de imaginar la vorágine que sufre un jugador al perder un partido de esa magnitud y que le tendría que pasar a uno (simple mortal) para emular esos sentimientos y no encuentro símil.
En cuanto a los aficionados, el dolor es un tanto diferente porque representa un despertar y algo muy parecido le sucedió a los fanáticos mexicanos después de la eliminación, a lo que voy es que los jugadores después de la derrota seguirán con sus contratos millonarios, muchos regresarán a concentrarse con sus clubes en Europa y simplemente la vida sigue. Para el aficionado no, porque el final de su selección en el Mundial representa el retorno a la realidad, esa realidad que enfrenta actualmente el pueblo brasileño y lo comparo con los mexicanos porque atravesamos realidades similares.
Es regresar y enfrentarnos a lo que teníamos excusa de no atender porque estaba nuestro equipo en el Mundial. Así que para los brasileños como para los mexicanos tras el Mundial es volver de ese viaje de los sentidos y encontrar el mundo exactamente igual que como lo habíamos dejado o incluso peor ya que la amargura permea en todos los sectores haciéndonos pensar que todo está mal. Por eso hay tanta frustración tras la derrota, porque la alegría del triunfo embriaga los sentidos y nos hace creer que la vida es más bella.