Apuntes sobre la inspiración
La palabra «inspiración» significa “recibir el aliento”, y tiene sus orígenes en el helenismo y la cultura hebrea. El tema siempre ha sido polémico, por lo que resulta atractivo saber que una novela lo aborda de lleno. Lejos del cualquier éxtasis, Maruja Torres vuelve a la inspiración palpable y va de la mano con el trato que el escritor mantenga consigo mismo y con el mundo.
La vida tiene quiebres, torbellinos, instantes que animan o desaniman. La vida nos arranca de los días y nos arroja indefensos, como quien sencillamente lanza una piedra al fondo del estanque. Regina, alguna vez escritora famosa y posible alter ego de Maruja Torres, personaje principal de la novela Mientras vivimos (2000), es víctima de estos conflictos. Los temas de sus libros se repiten y quien parece estar dispuesta a rescatarla es Judit, fungirá como su secretaria y confidente.
“Todo lo que Regina Dalmau necesitaba para recuperar la inspiración era centrar sus novelas en temas más juveniles. La muchacha (Judit) le parecía adecuada. No sólo le ofrecía un perfil interesante como hija de un populoso suburbio y de una familia modesta que, pese a todo, trataba de superarse y poseía una razonable cultura general; también era lo único que tenía a la mano, a domicilio, por así decirlo”.
Para Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013, autora de libros de cuentos y una novela, la inspiración parte de aquello que le resulta fascinante, como por ejemplo, la “destartalada granja de zorros y visones” en que creció, sus dos maridos y su madre con la que tuvo una compleja relación y cuya vida “fue tan triste e injusta, y ella tan valiente”.
Agatha Christie se inspiró en los trenes, esos vagones cargados de historias y crimen; Patricia Highsmith, de igual modo, escribe un libro llamado Extraños en un tren; Alfred Hitchcock, en 1951, lo llevó a la pantalla. Para Jorge Luis Borges, el hábito de escribir nos hace dignos de la visita ocasional o eventual de la musa. Regina, en cambio, no tiene nada, sólo arrogancia:
“Se irguió, sobreponiéndose a sus temores. Era valiente, siempre lo había sido. Tenía recursos. Estaba allí, estaba viva, Regina Dalmau, profunda conocedora del alma femenina, fustigadora de las peores lacras del universo machista”.
La crítica coincide que Mientras vivimos, Premio Planeta 2000 en su emisión XLIX, está basada en la experiencia vivida por la actriz Elisabeth Bergner, cuando interpreta la pieza The Two Mrs. Carrolls entre 1943 y 1944. En esos años, Bergner conoció a una joven admiradora a la que empleó como asistenta, quien más tarde, intentó destruir su carrera.
La novela se estructura en tres bloques. Estos llevan el título de cada uno de los personajes que la protagonizan: Regina, Teresa, Judit. Barcelona sirve de escenario para la historia. Judit, desde la juventud y Teresa, desde la muerte, mueven los hilos.
Judit quiere ser Regina, escribir, tener éxito. A partir del Día de Todos los Santos, Judit conoce a Regina y se queda en la vida de ésta y Regina en la vida de aquélla. Así como Regina, en la parte última del libro se aproxima “al principio de su vida”, Judit hace lo mismo; la escena es la siguiente:
“Aquí todo es lo que parece, como en su barrio, pero en su extremo opuesto. El buen paisaje es el indicio de una nueva vida. Muy cerca, por primera vez, alguien importante la está esperando”.
La inspiración se ha ido. Las razones son dos, fundamentalmente. Teresa, su maestra, su modelo, su voz, está muerta. Regina se niega a aceptar la distancia que se interpone en lo personal, en la visión de los textos. La voz de Teresa -hay una relación sexual de ésta con el padre de Regina- es tajante.
“La peor equivocación que podemos cometer es crearnos la ilusión de que estamos a salvo de errores y permanecer dentro de esa fantasía hasta que estalla y nos precipita al vacío”.
Regina se ha equivocado y el tiempo no está de su parte. Es un experimento fallido de Teresa -también escritora-, y el tiempo quedó muy lejos. Aquí un ejemplo:
“Cómo le habría gustado pertenecer al grupo de escritoras de la posguerra, aquellas cuyo prestigio no se basaba en la solidaridad del género ni en las exigencias del mercado. Sufrieron más, qué duda cabe, pero también gozaron más de sus triunfos. No los debían a nadie”.
En Mientras vivimos, las mujeres son exitosas. Se les mira en la calle, en la mesa de las presentaciones, en las portadas de cualquier revista, y son dueñas de la vida: no se les escapa de las manos. Un ejemplo, además de Regina, que a los veintisiete años había sido arrojada al éxito por la voracidad de una época en que empezó a publicar, es Blanca, su agente literario:
“Blanca había sabido rodearse de un personal eficiente y discreto, y su despacho era el más prestigioso en la cada vez más nutrida comunidad de la representación literaria. Se había ganado a pulso lo que poseía y se rompía el pecho por sus autores”.
Mujeres exitosas, en efecto, pero que se debaten en la angustia, el desconcierto, la soledad; caminan en los pasillos de casas, preparan la cama para ellas mismas. La falta de inspiración va de la mano con el tema de la muerte. Mientras vivimos comparte el tema de la ausencia con otros títulos: Paula de Isabel Allende, Los infinitos de John Banville, Dietario voluble de Enrique Vila-Matas, Una pena en observación de C. S. Lewis, por mencionar algunos.
Regina sufre la ausencia de Teresa y la ausencia del amor. Y así permite entrar al hombre por su casa, vivir de ella, no por ella:
“Jordi seguía piropeándola. Algo quiere, se dijo, para llamarme […] No tardó en averiguarlo. El muy cínico acababa de ser nombrado presidente de la división latinoamericana de su empresa e iba a instalarse en Miami. Quería endosarle a Alex (hijo de su otro matrimonio)”.
Quienes comentan la obra de Maruja Torres (además de escritora es periodista -antigua colaboradora en la sección de opinión del diario El País- y corresponsal de guerra en el Líbano, Panamá e Israel), concluyen que Mientras vivimos es una novela escrita desde el feminismo: la vida y el papel de la mujer en la sociedad del siglo XX, su lucha en la búsqueda de una identidad. Sin estar de acuerdo en catalogar a la literatura de género o por géneros, Mientras vivimos nos ofrece a dos mujeres, que lejos de las cadenas del pasado, se convertirán en personas plenas, creadoras, combativas.
Al arribar a las últimas páginas del libro, tanto Regina como Judit, se ven descubiertas. Regina sacó provecho de Judit, como Judit de Regina. “Te contraté para adueñarme de ti. Necesitaba una fuente de información que me sirviera para proseguir en mi carrera de estafas”, dice Regina Dalmau a una joven que ha sabido capturar en su primera apuesta literaria, el ser de quien sabrá soltarla en el tiempo justo. Con ironía, Regina comenta a Blanca:
“¿Conoces a alguna mujer madura, escritora de éxito, que a pesar de tenerlo todo lleve una vida miserable, y que hace lo imposible para impedir que su mejor discípula triunfe en la literatura?
-Me quedé horrorizada cuando lo leí”.
Regina ha regresado a Roma y Judit ha tomado las riendas de su vida. “Sé tú misma. No te fíes de aduladores, ni sigas las modas. Encuentra tu fuerza dentro de ti, canaliza tu rabia, la rabia de las mujeres”, es el último consejo de Regina a Judit.
Maruja Torres, autora de Hombres de lluvia, 2004; La amante en guerra, 2007; Esperadme en el cielo, 2009 (Premio Nadal); Fácil de matar, 2011; Sin entrañas, 2012; entre otras, en esta novela se refiere a la inspiración no como aquélla que surge del ámbito del éxtasis, sino como experiencia de vida, es decir, “todo lo que se ha vivido y todo lo que se ha olvidado”, afirma el escritor Antonio Muñoz Molina. La inspiración es trabajo permanente y, muy pocas veces, simple iluminación.
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