Entre esos estadios destaca el Arena de Sao Paulo que ha sido erigido en la ciudad más poblada del país, con casi 20 millones de habitantes, y que albergará el partido inaugural del torneo. (ARCHIVO)
Inspirados por la naturaleza y la cultura del país, con vocación de ser sostenibles y con un futuro incierto. Así son los siete estadios que el mayor país iberoamericano construyó para albergar el Mundial de 2014.
Brasil busca dar una imagen de majestuosidad al mundo y, para ello, ha decidido poner sobre la mesa toda su capacidad y erigir siete nuevos estadios de los doce que serán sede del Mundial, canchas que incorporan la arquitectura moderna a los patrones que la FIFA establece.
Entre esos estadios destaca el Arena de Sao Paulo que ha sido erigido en la ciudad más poblada del país, con casi 20 millones de habitantes, y que albergará el partido inaugural del torneo.
Con capacidad para 68,000 espectadores, contando las gradas móviles, rompe con el diseño circular, predominante en casi todos los cosos futbolísticos de Brasil -que siguen el modelo del Maracaná-, y tuvo un coste estimado de 820 millones de reales (unos 350 millones de dólares).
De entre los siete estadios de nuevo cuño este es el único que tiene el futuro garantizado y directamente vinculado al fútbol. Tras el Mundial se convertirá en el hogar del Corinthians, el equipo saopaulino con más aficionados y que, hasta ahora, no contaba con un estadio propio.
Unos mil kilómetros más al norte Brasilia -capital del país- ya inauguró su estadio durante la Copa Confederaciones, prolegómeno del Mundial que sirvió a Brasil como entrenamiento para el torneo balompédico de selecciones más importante del planeta.
Con un estilo hermanado con la arquitectura futurista que sirvió como patrón para construir la ciudad en la década de 1960, es el segundo más grande del país y tiene capacidad para 68.000 espectadores, una audiencia que disfrutará en la fase de grupos y en un partido de cuartos.
Sin embargo esta cancha es la que más críticas ha recibido ya que la capital de Brasil no cuenta con tradición futbolística ni equipos en la categoría máxima. Por todo ello, tras el Mundial, el estadio, de magno diseño, será empleado para eventos multitemáticos y, ocasionalmente, para el deporte.
Conforme Brasil se adentra en la Amazonía, brotan las infraestructuras y se multiplica un calor que preocupa a los técnicos que dirigirán a las selecciones durante el torneo.
