La carrera por el relevo en el Gobierno del Estado de Durango ha iniciado con singular anticipación, a raíz del evento celebrado en el casco de la Ex Hacienda Dolores el 22 de febrero pasado, con la que el exgobernador Ismael Hernández Deras, festejó su cumpleaños número cincuenta.
A la reunión asistieron cuatro mil personas de la cúpula duranguense entre políticos, empresarios, y líderes de opinión, que fueron convocados a la fiesta del actual Senador de la República por el Estado de Durango.
El gobernador actual Jorge Herrera Caldera asistió al convivio y posó para la foto con el agasajado y los invitados, sin embargo la fiesta tomó un giro que fue interpretado por el Gobernador como el arranque anticipado de la carrera por el relevo de su administración, y como un ataque político a su investidura de titular del Poder Ejecutivo y a su condición de jefe del PRI duranguense, que se supone debe ser conforme a reglas no escritas.
El impacto de la fiesta fue tal que el tema dominó el escenario en el Informe de Gobierno rendido por Herrera Caldera ante el Congreso el sábado pasado, en el que el Gobernador advierte que "nadie tiene derecho a poner obstáculos a nuestro proceso de desarrollo..." y hace un llamado expreso para que se respeten los tiempos políticos marcados en el calendario electoral de la entidad.
La postura del Gobernador no queda en mero discurso, como lo prueba la aprehensión y procesamiento del exalcalde de la Capital del Estado, Adán Soria Ramírez, acusado en días pasados de un delito patrimonial en el que aparece como denunciante una empresa contratista del Gobierno. No es coincidencia que Soria Ramírez se haya desempeñado como secretario de Desarrollo Social en tiempos de Ismael Hernández Deras, de donde fue proyectado como alcalde de la Ciudad de Durango, cuyo cargo ocupó hasta septiembre del año pasado.
Resulta obligado vincular lo anterior con la inusitada integración de una comisión en el seno del Congreso del Estado para investigar presuntos actos de corrupción atribuidos a la administración de Hernández Deras, lo que en el contexto constituyen signos inequívocos de una ruptura de Herrera Caldera con quien le precedió en el cargo y le pavimentó el camino a la gubernatura, y revela una lucha por el poder en el seno de la familia priísta de Durango.
El resultado de esta guerra intestina es de pronóstico reservado porque según parece, alguno de entre los candidatos o candidatas potenciales priistas está decidido o decidida a jugarse por algún partido de oposición que se preste para ello, en caso de no resultar investido o investida como abanderado o abanderada del tricolor.
El gobernador Herrera Caldera intenta mantener la estabilidad y evitar la parálisis durante los dos años y fracción que todavía le quedan a su gobierno, y eventualmente actuar como fiel de la balanza que determine quién lo sucederá en el ejercicio del cargo.
A la preservación de esa estabilidad apelará Jorge Herrera Caldera frente a Enrique Peña Nieto, con quien paradójicamente disputará el derecho de preferencia como gran dedo elector para designar al próximo candidato del PRI a la gubernatura de Durango, ahora que el priismo está de vuelta y la restauración del presidencialismo y del sistema de partido de estado es un riesgo a la vista.
No es posible anticipar el desenlace de los acontecimientos políticos que en Durango han iniciado de manera anticipada la sucesión del Gobierno Estatal, pero es previsible que en los tiempos que corren en nuestro país, en los que el pueblo, los diversos partidos, los factores reales de poder y los caciques locales ya probaron el sabor de la democracia, las cosas ya no serán como antes.