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Así pasa la vida

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Carmiña y Luis, cumplieron cuarenta años de casados. Con ese motivo hicieron una comida hace unos días y a ella acudimos nosotros, en calidad de viejos amigos.

Cuarenta años, son muchos años, pero lo más importante es sobrevivirlos en buenas condiciones de salud.

Yo sabía que ahí vería a personas queridas que, por diversos motivos no ve uno de ordinario. Y en efecto, para comenzar, estaban Melchor y Rafaelita con todos sus hijos y nietos. Ellos formaron parte de nuestra historia cotidiana durante muchos años, cuando éramos solteros, Vimos crecer a sus hijos y hoy los vemos convertidos en hombres y mujeres de bien. Melchorcillo, Marcela y Sonia, a César no lo vi, quizá andaba fuera.

Estaban Magdalena e Itziar, de quien supe acaba de regresar de Europa, de realizar uno de sus grandes anhelos, lo cual demuestra que cuando se quiere se puede; y muy contenta me dijo que entre otras ciudades visitadas, había ido a Bilbao, tierra de sus mayores.

Celebrar las bodas de plata, rodeados de hijos y nietos, es un privilegio que no cualquiera tiene. Como siempre me sucede al ver a Julia, tengo forzosamente que acordarme de Doña Carmen, por el extraordinario, pero natural parecido, con la madre de Luis.

Ahí andaban las damas de honor de la novia y por supuesto se tomaron la foto del recuerdo. Cuarenta años no son pocos y todas resisten el paso del tiempo con hermosura y dignidad. Ninguna parece abuela y sin embargo ya lo son.

Después de la comida, pasaron un video con la historia de la pareja, que prepararon los hijos y en él me di cuenta de "cómo pasa a vida".

Aparecieron personas entrañables, como don Francisco y doña Magda, don Javier y Manuel y Poncho.

Recordé entonces las reuniones dominicales en casa de don Francisco y a don Javier animando la plática. Él le pedía a dona Magda que le preparara "una cubita", pero ella las hacía muy cargadas y algunas veces nos retirábamos de ahí haciendo eses.

Desde los tiempos del noviazgo en la Facultad de Derecho, hasta estos días, pasando por el nacimiento de los hijos y le deceso de algunos seres queridos, todo se resumía en aquel video fotográfico, que pasó ante nuestros ojos en unos cuanto minutos, pero así pasa la vida.

Son muchos años, en efecto, y muchas las vivencias; pero gracias a Dios aquí estamos, resistiendo el paso del tiempo y a ratos, como los buenos toreros, aguantando a pies juntos, los vendavales de la vida.

Estuvo tan bonita la comida y con tantas emociones, que yo ya me apunté para los cincuenta y espero que me guarden lugar en la misma mesa, porque la compañía fue excelente.

Como dijera Joaquín Sabina, el flaco de Jaén, yo les deseo que "Todos los días sean días de boda y todas las lunas sean lunas de miel".

Por lo demás, "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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