Dudas. El trabajo del comisionado en Michoacán ha sido, para muchos, negativo a la hora de realizar un resumen.
En seis meses el comisionado federal para la Seguridad y el Desarrollo de Michoacán, Alfredo Castillo, fracturó a las autodefensas, unió a delincuentes con guardias comunitarios y metió a la cárcel al principal promotor de limpiar el estado de criminales.
El 27 de enero, tras 12 días de haber sido designado a ese cargo, el exprocurador mexiquense logró sentar en una mesa a los principales líderes de los grupos de autodefensa en Tepalcatepec, después de casi un año de "tomar" diversos pueblos de unos 25 municipios.
Acudieron representantes de Churumuco, Nueva Italia, Coalcomán, La Huacana, Parácuaro, Tancítaro, Coahuayana, Buenavista Tomatlán, Aguililla y del propio Tepalcatepec, donde se fraguó el movimiento armado contra los templarios.
José Manuel Mireles, en ese momento vocero del Concejo de Autodefensas, convalecía en la Ciudad de México, luego de sufrir un accidente aéreo, que le dejó varios huesos rotos.
Castillo, el exgobernador Fausto Vallejo y los "grupos ciudadanos" firmaron un acuerdo de ocho puntos, de los cuales, al menos dos quedaron en el limbo: que los comunitarios se incorporaran a los Cuerpos de Defensa Rural del Ejército o integrarse a las policías municipales, previa acreditación. Los requisitos eran muchos.
Esos primeros pactos dividieron a las autodefensas.
Desde la capital del país Mireles también criticó el acuerdo y llamó a continuar con la limpieza de criminales en el estado.
Estanislao Beltrán, "Papá Pitufo", desconoció a Mireles y se asumió como portavoz. Luego se convirtió en el hombre más cercano a Castillo en las negociaciones para institucionalizar a las autodefensas.
En febrero, en La Ruana surgió un grupo autonombrado Autodefensas Unidas y Aliadas y desconoció a varios líderes, entre ellos a Beltrán, a quien no validaron como vocero, en una muestra de la atomización provocada por el comisionado Castillo.
