El pasado lunes directivos de Fundación Jimulco, la asociación civil que desde 2009 administra la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco, nos reunimos con el alcalde de Torreón con la finalidad de, por un lado, comentar algunos de los avances, resultados y retos que se enfrentan en esta área natural protegida, y por el otro, plantearle el rezago que el gobierno de este municipio tenía en la asignación de recursos convenidos para este año.
Al alcalde se le informó que el trabajo desarrollado por Fundación Jimulco en la reserva ecológica se determina a partir del Programa Operativo Anual (POA) que se elabora a inicios de cada año, en el cual se definen los proyectos y actividades que se implementan con la población de las comunidades del área en colaboración con las universidades, organismos civiles y empresariales que le integran, así como con aquellas otras que inciden en las acciones de conservación y desarrollo social de dicha población.
El POA se estructura, con base al Plan de Manejo y el Reglamento que marcan las directrices y normas generales de gestión establecidas desde la creación del área natural protegida, en tres programas generales: 1) aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y productivos, 2) investigación, conservación, protección y vigilancia y 3) turismo de naturaleza, educación ambiental y equidad de género, los cuales se desagregan en proyectos y actividades específicos con sus respectivas metas a cumplir cada año.
En el primer programa general destaca como avance el pago de servicios ambientales que la Comisión Nacional Forestal (Conafor) realiza en 2014, por quinto año consecutivo, a los ejidos de La Flor de Jimulco y La Colonia, con la finalidad de que aseguren la conservación de más de tres mil hectáreas ubicadas en la parte más elevada de la Sierra de Jimulco, a 3,120 msnm, donde se ubica la llamada Isla de Cielo, de cuyos resultados depende que dicha dependencia federal prorrogue un quinquenio más.
Así mismo, a partir de este año, el ejido Barreal de Guadalupe también recibirá ese pago para asegurar la conservación de dos mil hectáreas donde se ubican las poblaciones de noa, una planta endémica de valor emblemático, recursos que recibirán mediante un esquema de fondos concurrentes en los que la Conafor aporta el 50 % y el gobierno municipal la otra parte, decisión que ya calificamos como vanguardista de este ayuntamiento al comprometer recursos públicos en la conservación de sus ecosistemas y biodiversidad. Las gestiones para el pago de servicios ambientales se pretenden ampliar a otros ejidos, existiendo avances en Pozo de Calvo.
En los tres casos anteriores, la derrama económica gira alrededor del 1.5 millones de pesos anuales en beneficio de las comunidades que poseen esos terrenos y se comprometen a conservarlos y, adicionalmente a ellos, la Conafor y al Secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente (Semarnat) también apoyaron otros proyectos de reforestación, ordenamiento ecológico y producción de hortalizas orgánicas que generan empleo e ingresos entre la población lugareña de la reserva ecológica. A la fecha son varios cientos de hectáreas reforestadas desde 2007, con las cuales se pretende evitar la erosión de suelos y recuperar la cubierta vegetal.
En el aprovechamiento forestal, un aspecto pendiente y que constituye gran reto a enfrentar en la reserva ecológica durante los próximos años, es la integración de los recolectores de orégano para que accedan a la cadena productiva y agreguen valor a la hoja en greña que extraen y venden a intermediarios a precios precarios, donde son éstos los principales beneficiarios. El orégano, que en forma silvestre crece en el área, tiene características químicas importantes que puede mejorar los ingresos de las familias recolectoras si se le beneficia y vende como hoja en presentaciones comerciales, o si se le extrae el aceite para usos farmacéuticos y gastronómicos, entre otros.
En el rubro de producción agrícola orgánica se ha observado que esta área, por la fertilidad y menor contaminación de sus suelos, la disponibilidad de agua y el aislamiento que favorece la baja incidencia de plagas, tiene vocación que puede ser aprovechada por los campesinos y las mujeres de sus comunidades, como ya se inició con el grupo de mujeres de Barreal de Guadalupe, aplicando tecnologías como agricultura protegida con buenos resultados y cuyos productos tuvieron aceptación entre los consumidores urbanos como ocurre en el Paseo Colón.
Esta forma de producción tan necesaria en una región contaminada como La Laguna, que ofrece productos alternativos y bajo un esquema de comercio justo, pretende ampliar su capacidad productiva tanto mediante agricultura protegida como en parcelas demostrativas en campo de hortalizas orgánicas en este ciclo de otoño-invierno y de granos, particularmente frijol, en el siguiente ciclo de primavera-verano. Paralelamente, y para estimular el comercio justo en el que ganen productores y consumidores, en la ciudad se está organizando una cooperativa de consumo que asegure el mercado de dichos productos.
Si esta alternativa productiva prospera a partir de que los productores agrícolas se apropien de ella, convertiría a Jimulco en el proveedor regional de alimentos sanos, ya que posibilitaría ampliar las superficies destinadas a este fin y mejorar su alimentación e ingresos.