Pena. Compañeros y familiares de David García, víctima del ataque al equipo Avispones, lo despiden en su entierro multitudinario.
El estado de Guerrero se ha visto sumido en la violencia durante los últimos tres días después de que policías de Iguala atacaron a tiros a estudiantes y dejaron seis muertos, y que ayer se registrara el asesinato del dirigente estatal del Partido Acción Nacional.
El clima violento se agravó cuando un grupo de desconocidos asesinó a tiros a Braulio Zaragoza, secretario general del PAN en el estado, quien se encontraba en un restaurante de Acapulco.
El crimen fue condenado por el presidente del PAN, Gustavo Madero, quien exigió su esclarecimiento y castigo para los responsables.
Ayer mismo, el Gobierno de Guerrero ordenó el arresto de 22 policías acusados de ser responsables de la muerte de seis personas, entre ellas tres estudiantes, quienes fueron reprimidas de forma brutal por los uniformados en Iguala.
Las fuerzas armadas desarmaron el sábado a los 280 policías municipales de Iguala, como medida preventiva para esclarecer los hechos violentos ocurridos la noche del viernes.
Según los informes oficiales, los policías municipales atacaron con fusiles a un grupo de estudiantes de la Normal Superior de Ayotzinapa, que se habían apoderado de tres autobuses y según la investigación, la policía no intentó ni arrestar ni detener a los estudiantes sino reprimirlos a tiros.
El enfrentamiento entre policías y estudiantes de la Normal de Ayotzinapa no es el primero, ya que los alumnos de esta escuela han protagonizado numerosas protestas en diversos sitios del estado.
Así mismo, ayer se llevó a cabo el funeral del futbolista David García, una de las tres víctimas que dejó el ataque al camión que transportaba al equipo Avispones.
Centenares de amigos y familiares acudieron a despedir a una de las víctimas que dejó el fin de semana sangriento en Guerrero, cuyo colofón fue el comunicado de la Procuraduría estatal sobre la desaparición de 58 estudiantes normalistas, que no han sido localizados.
Lo dicho encendió las alarmas de un estado que no ve la salida a la violencia.