La investigación en esta disciplina no sólo atiende al material en sí mismo, sino al tipo de procesos utilizados en beneficio de un menor consumo de energía o de cuidado ambiental. (ARCHIVO)
Hoy, los científicos buscan encontrar materiales sustentables, para que respondan a las crisis ambiental y energética de las que somos testigos.
Esta reflexión fue hecha por Yesenia Arredondo León, coordinadora de la licenciatura en Ciencia de Materiales Sustentables de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Unidad Morelia, de la UNAM.
En un comunicado, indicó que obtener esos materiales es una tarea que requiere de la investigación para comprender sus propiedades, así como para saber cómo modelarlas y modularlas en beneficio humano y adelantarnos a sus repercusiones sociales y ambientales.
Para ser considerados en esa clasificación su uso o proyección debe dirigirse en especial al desarrollo sustentable de las sociedades.
Esto hace que la investigación en materiales de este tipo tenga tres directrices principales: eficiencia energética, cuidado ambiental e investigación básica, “para comprender y predecir su comportamiento y tratar de modular sus propiedades, de tal manera que cada vez sean más amigables con el género humano y con el medio ambiente”.
Para ese fin, se reconocen varios tipos: los biomateriales, los conocidos como inteligentes y los nanomateriales, entre otros.
La experta apuntó que la investigación en esta disciplina no sólo atiende al material en sí mismo, sino al tipo de procesos utilizados en beneficio de un menor consumo de energía o de cuidado ambiental.
“De este modo, surge la llamada química verde, cuyos procesos también se desea hacer más amigables con el entorno y eficientes, desde el punto de vista energético”, añadió.
Respecto de los biomateriales, la investigadora dijo que se trata de materiales usados como prótesis de cierto órgano, tejido o hueso. Para este último uno de los más utilizados es el titanio; sin embargo, los huesos no son cien por ciento sólidos, sino porosos.
“Ya se han desarrollado esponjas metálicas que, se espera, sirvan como prótesis”. Aún más, tiene aplicaciones en arquitectura, pues resulta ideal como aislante térmico y del ruido.
En cuanto a los nanomateriales y materiales inteligentes, su objetivo es insertarse en la esfera tecnológica y del cuidado ambiental. A partir de ellos se han diseñado experimentos para potabilizar agua.
Otro ejemplo son los convertidores catalíticos de autos, hechos a base de arcillas en las que se dispersan rodio y paladio para ayudar a que el óxido nitroso y el monóxido de carbono se conviertan en nitrógeno, forma gaseosa que se va a la atmósfera, o en bióxido de carbono, que los árboles y plantas se encargan de convertir en oxígeno.
Se espera mejorar su eficiencia a partir del uso, por ejemplo, de nanopartículas de oro, abundó la especialista.
Elemento recurrente en las crisis ambientales es el petróleo, del cual depende la civilización humana. La ropa que vestimos está hecha con hilos que provienen de él y nuestro transporte se hace de productos derivados; la idea es alejarnos de ese camino.
De acuerdo con Arredondo, una de las alternativas es diseñar materiales hechos a base de sustancias biodegradables, como la fructuosa o la celulosa. “Ya hay de este tipo (polímeros orgánicos) y sus desechos son menos impactantes que los derivados del petróleo”.
Para revertir esa dependencia, que nos “lleva a callejones sin salida”, la estudiosa también sugiere potenciar la tecnología electrónica, “presente en la vida cotidiana”.