Han pasado 14 años desde que los hermanos Echavarría Arreola, del municipio de Rodeo, perdieron a su padre. Un día salió rumbo a Torreón, donde tenía negocios de comida, pero nunca más volvió. Nadie supo nada de él.
Entre el dolor, la angustia y la incertidumbre, la señora Gloria se enfrentó no sólo a problemas emocionales por la pérdida de su esposo, sino también económicos porque él era el sustento del hogar y desde entonces tuvo que hacerse cargo, sola, de sus seis hijos.
A la distancia, al escuchar las historias de los familiares de los normalistas desaparecidos a través de los medios de comunicación, el dolor y la impotencia vuelven a la familia Echavarría Arreola, quienes experimentaron en carne propia las secuelas de una desaparición.
Comparten que superar una situación como ésta es muy difícil, en algún momento incluso recurrieron al "vidente" del pueblo para que les dijera dónde encontrar el cuerpo "para tener por lo menos donde llorar", pero nada funcionó; ni siquiera las investigaciones de las autoridades.
Hace cinco años, la familia sufrió nuevamente una pérdida, asesinaron al hijo mayor, quien reemplazó a su padre desaparecido como sustento del hogar. Era comandante de la DEI y murió en una emboscada. Por lo menos les entregaron el cuerpo, por lo que la familia pudo vivir el duelo y confían que, algún día, lo podrán superar.