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Buscando una segunda oportunidad

La nueva pareja tras el divorcio

Buscando una segunda oportunidad

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José Antonio Miranda

Después de la ruptura de un vínculo, existe la expectativa de intentar una nueva relación, sin embargo, se deben atender previamente varios factores que pueden intervenir en el éxito o fracaso de la nueva unión.

Hace algunos años, el tema del divorcio se abordaba desde una perspectiva conservadora. La familia se visualizaba como la piedra angular de la sociedad y atentar en su contra era sinónimo de inmadurez y, por añadidura, la más clara representación de falta de compromiso con el desarrollo social.

Con el tiempo, esta visión se ha ido modificando, habrá quienes piensen que para mal y, por el contrario, otros opinen que para bien. Sin embargo, cabe destacar que de acuerdo a las estadísticas mexicanas, uno de cada tres matrimonios termina en divorcio, con la certeza de finalizar un vínculo conflictivo y con la expectativa firme de intentar una nueva relación, que en numerosas ocasiones se da con otra persona que posee características similares, es decir, con un estado civil divorciado y con hijos.

A pesar de estos cambios en los paradigmas del matrimonio, el divorcio sigue representando un fracaso a nivel convivencia y proyecto de vida.

ESTEREOTIPOS

Tras una ruptura amorosa, es muy común concebir el divorcio como un fracaso, el cual se acompaña de tristeza, enojo y confusión. Esto tiene su origen en normas y costumbres sociales: en México, a las mujeres se les asigna el papel de mantener unida a la familia, por lo que después de un divorcio, este episodio se vive con una culpa exacerbada.

En el caso del hombre, también existen situaciones angustiantes producto del divorcio; un claro ejemplo es que las leyes generalmente conceden a la mujer el cuidado de los hijos, limitando la convivencia del padre sólo a los fines de semana.

Al respecto, algunos casos se resuelven adecuadamente; sin embargo, la mayoría de las ocasiones, los niños o jóvenes del matrimonio fallido quedan inmiscuidos en la relación de pareja.

UN NUEVO INTENTO

La concepción de reintento o nueva búsqueda de pareja es un indicador de ganancia y esperanza, que, aunque trae consigo temores, rescata en la persona sus cualidades y las áreas que debe reforzar a fin de lograr un mejor vínculo íntimo en posteriores relaciones.

El nuevo intento de formar una pareja puede ser coartado por las necesidades de los hijos del anterior matrimonio, esto por medio de chantajes, demandas y hasta manipulación por sentir que sus padres no merecen una segunda oportunidad y, quizá, por demostrar el enojo que sienten hacia ellos por haber truncado su expectativa de grupo familiar integrado.

Es evidente que uno de los primeros obstáculos en la búsqueda de una segunda oportunidad es la comparación, sin embargo y con respecto a lo que ya se mencionó, falta considerar uno de los factores más importantes que pueden sabotear el nuevo intento de encontrar la felicidad: los hijos.

Hablar de ellos después de un divorcio es sumamente complicado; en muchos de los casos son vistos como herederos del fracaso, o bien, quienes cargan con la culpa por las decisiones de los padres. Peor aún, son asignados para asumir un rol de castigadores, pues tarde o temprano reclamarán el fracaso en la familia y la asignación de roles.

Bajo estas circunstancias se llega a la nueva relación, donde existe ilusión, ganas y esperanza. Como primera garantía de éxito, es indispensable que la nueva pareja tenga su anterior relación resuelta; el divorcio no haya sido un proceso tenso, y, sobre todo, no exista daño significativo en la relación padres e hijos.

Manejar la idea de que esta nueva pareja cubrirá el lugar y responsabilidades de la madre o padre, puede significar un conflicto para los hijos, pues para ellos sólo existe una persona que puede ocupar ese lugar; ciertamente, están en lo correcto. Al ver esta situación, muchos padres tratan de convencerlos de que su nueva pareja va a sustituir o compensar los aspectos negativos o dificultades que tuvo la madre o padre, lo cual creará en ellos la sensación de culpabilidad.

Otra situación recurrente es la necesidad de los padres por obtener la aprobación de sus hijos hacia la nueva pareja. Esto ocurre principalmente por la culpa que sienten ante la búsqueda de su propia felicidad. Dicha situación se complica cuando la obtención de esta aprobación se vuelve indispensable para el progenitor.

Entender que la relación de pareja de los padres no ha resultado funcional, es un duro golpe para cualquier persona. Sin embargo, elaborar el duelo por la familia perdida, no significa que deban existir cambios en su relación, puesto que el conflicto se ha generado a nivel relación de pareja y no incluye el divorcio de los hijos. En ocasiones, esta situación genera un caos en la nueva relación entre parejas de padres divorciados y sus «nuevos» hijos.

LA FAMILIA EXTENSA

Son considerados familia extensa aquellos miembros relacionados con los hijos de la anterior pareja, tales como abuelos, tíos, primos, etcétera. Al formar parte de una sociedad centrada en la familia unida y las tradiciones, la relación con la familia extensa se vuelve estrecha debido a la educación recibida, en la cual surge la premisa “la familia unida funciona mejor”, aunque se reconoce que la estrechez a menudo limita y sofoca el crecimiento.

Como se mencionó con anterioridad, la culpa juega un factor preponderante y lleva a que en ocasiones, las demandas familiares surtan efecto respecto a la nueva relación, ya sea a través de comparaciones, críticas, falta de aceptación, o simplemente por percibir a la nueva pareja como un intruso que atenta contra el statu quo de la familia.

Los límites, la comunicación, el respeto por la independencia y la tolerancia serán factores sumamente importantes para que las críticas, muchas veces sin intención real de destruir a la nueva pareja, no mellen ni causen un conflicto que ulteriormente reflejen fragilidad.

ELABORAR EL DUELO

Cuando la persona se otorga la oportunidad de elaborar un adecuado duelo, percibe una sensación de alivio y de no estar en deuda con el pasado. Si bien siente desagrado por dejar la relación con la madre o padre de sus hijos, sabe que tiene todo el derecho de intentar una nueva oportunidad.

El dolor, tristeza y otros elementos del duelo, tienen cabida en esta escena, no obstante, siempre será mejor traer estos sentimientos a la mesa, que dejarlos a un lado con la idea o fantasía de que los hijos entenderán la situación. Es importante experimentar el duelo por la familia perdida o disuelta, pero también recuperar e incluso, fortalecer la relación paternal.

No se trata de sustituir con la nueva pareja a la figura parental ausente. Si bien es cierto que puede satisfacerse dicha función a través de la convivencia, es necesario esclarecer el rol que los padres biológicos seguirán asumiendo en relación a los hijos, puesto que el divorcio implica la finalización de un vínculo íntimo y no la culminación de la responsabilidad paterna.

Intentar agradar o cumplir con las expectativas de los hijos de padres divorciados, lejos de ayudar, perjudica. Esto se debe a que no se les permite elaborar un duelo adecuado, que facilite una relación más adecuada en la nueva conformación de la familia. Lo anterior resulta complicado, sobre todo cuando se trata de hijos pequeños.

ENTONCES, ¿QUÉ HACER?

Es indispensable que la nueva pareja asuma lo que sobreviene con responsabilidad y, ante ello, fortalecer su unión, dejando en claro que un rompimiento amoroso vivido no perjudicará su accionar. Asimismo, debe enfatizar que en el compromiso establecido, se deben promover vínculos de respeto hacia los hijos de ambos, que si bien no están obligados a querer, si están obligados a respetar, en pro de una relación estable y madura.

Las comparaciones de pareja y de hijos seguramente aparecerá, sin embargo, esto no se debe a un fenómeno patológico, más bien, es una cuestión normal en las relaciones humanas. Ante ello, la tolerancia, paciencia y comprensión tomarán un papel importante, sobre todo si se empatiza con los menores que viven una situación de pérdida y de cambios, los cuales seguramente no eligieron vivir.

Brindarse una segunda oportunidad constituye una acción que todo ser humano tiene, por lo que es recomendable vivir y tratar de enmendar los errores, o bien, simplemente darse cuenta de que la elección que se tuvo en un inicio dejó de funcionar. Ante todo, se debe estar consciente de que el divorcio es algo que ocurre: decidir finalizar un vínculo conflictivo, no convierte a nadie en el peor ser humano. Comprometerse, dejar el pasado atrás e incluso perdonarse, serán tareas individuales.

Correo-e: antoniomiranda72@hotmail.com

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