Con un pulido trabajo de promoción, el presidente Enrique Peña Nieto construyó durante sus primeros años en Los Pinos el "momento mexicano" y se ganó elogios en Estados Unidos.
Esa visión, ahora, ha cambiado. Las acusaciones de corrupción y tráfico de influencias y la crisis de seguridad que desató la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa han golpeado la credibilidad y la fortaleza de su gobierno y sacudido la confianza de los inversores, señalaron analistas.
"El Gobierno ha quedado mal parado y no ha encontrado una manera efectiva, proactiva para responder", dijo Shannon O'Neil, investigadora para América Latina del Consejo de Relaciones Exteriores.
"Es muy sorprendente -agregó. Cuando algo malo ocurre, usualmente los políticos salen, piden disculpas y responden de una manera fuerte diciendo que van a investigar, que van a hacer algo al respecto. No he visto empatía o un reconocimiento de por qué la gente está molesta", explicó la investigadora.
Aunque la corrupción no es nueva para México, O'Neil dijo que el país tiene ahora una prensa más independiente, una sociedad civil fortalecida y mayor participación ciudadana en las redes sociales.
El malestar, agregó, ya no puede ser controlado como antes.
Por su parte, Juan Carlos Hidalgo, analista para América Latina del Instituto Cato, dijo que el manejo de la situación en Iguala ha sido desastroso.
Pero el escándalo por el posible tráfico de influencias del Grupo Higa, de Juan Armando Hinojosa, que financió la compra de casas del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y de la Primera Dama, Angélica Rivera, es distinto porque el Gobierno es responsable directo.