Siglo Nuevo

Caminito de la escuela

Jaque Mate

Caminito de la escuela

Caminito de la escuela

Sergio Sarmiento

Regresan a clases la próxima semana. Son millones de niños y jóvenes de todo el país. Salieron de vacaciones apenas a mediados de julio, mucho después que sus compañeros de Estados Unidos, Canadá o Europa, y regresan mucho antes, en la tercera semana de agosto. En cambio, los estudiantes de los países desarrollados, que salieron en mayo, no estarán de vuelta en las aulas sino hasta septiembre.

Hace poco en este espacio señalé que recortar las vacaciones a su mínima expresión no ha ayudado a mejorar la calidad de la educación mexicana. Las razones son muchas. Tenemos muchos días oficiales de clases, pero jornadas muy cortas. Con demasiada frecuencia se suspenden clases por todo tipo de razones: muchas veces para que los maestros puedan asistir a reuniones y movilizaciones sindicales. Independientemente del tiempo, la calidad de la instrucción es muy baja en nuestro país. Si bien tenemos algunos buenos maestros, la estructura del sistema está hecha para promover los intereses del sindicato y no de los alumnos.

El problema no es de dinero. México tiene un gasto educativo bastante alto en comparación con el tamaño de la economía o con el gasto gubernamental total. Sin embargo, los incentivos no están alineados en el sistema educativo para promover una mejor calidad.

La reforma educativa busca construir una mejor calidad. El sistema apenas se está comenzando a aplicar. Entre sus medidas se cuenta la contratación de nuevos maestros por concurso de oposición en vez de por decisión del sindicato. Se están aplicando también exámenes que buscan evaluar comparativamente el nivel de escuelas, maestros y alumnos.

Parte del problema es que la enorme mayoría de los maestros ya están contratados y no son necesariamente los mejores. Entre los beneficios de sus “conquistas sindicales” está el hecho de que ninguno puede ser despedido aunque tenga un pésimo papel frente a las aulas. Otra parte del problema es mucho más profunda. Los niños que vienen de familias muy pobres, con deficiencias incluso en la alimentación, muchas veces no tienen la capacidad para mantener un nivel de aprendizaje similar al de los niños de hogares más privilegiados.

El reto debe afrontarse por razones de justicia social. Algunos grupos políticos han tratado de presentar los esfuerzos por mejorar la calidad de la educación en México como una causa de la derecha. Se han opuesto por eso a todos los esfuerzos por mejorar esa calidad. Pero la verdad es exactamente la contraria. La posición de derecha es defender los privilegios del sindicato a costa de la calidad de la educación.

El único camino realmente eficaz para elevar el nivel de vida de los más pobres del país es la educación. Las políticas que castigan la calidad de la educación pública se convierten en barreras para una mejoría del nivel de vida de los más pobres. Si realmente queremos combatir la pobreza y promover la igualdad, necesitamos un mejor sistema de educación pública.

Twitter: @SergioSarmiento

Leer más de Siglo Nuevo / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Caminito de la escuela

Clasificados

ID: 1027264

elsiglo.mx