Mi sobrino nieto, Mario Abraham, es un adolescente muy talentoso, que le gusta la música electrónica y le encanta producirla. Recientemente me mostró algunas de sus últimas producciones y aunque sé que es lo que les gusta a los jóvenes, a mí no me agrada la música repetitiva, como el ponchis, ponchis, sé que les encanta a los muchachos.
Ese hecho me llevó a formularme la pregunta: "¿Qué música escuchábamos nosotros?" Obviamente nada que ver con la que se escucha ahora.
En primer lugar, aquella era música, no sólo sonidos. Tenía letra y la letra tenía mensajes, por simples que ellos fueran.
Gabilondo Soler, Cri-Cri, fue el máximo exponente de la música infantil de los cincuenta. Y todas las tardes, durante un buen rato, nos apaciguaban sentándonos alrededor del radio a escuchar las canciones de Cri-Cri. Y así aprendimos que la madre es la responsable a ultranza de la familia y sale a buscar la comida a como dé lugar, para que sus hijos puedan comer.
Que el "Negrito sandía", quería ser blanco y para ello se iba a bañar al mar.
Que la "Abuelita", tenía un ropero lleno de "cosas maravillosas", que nunca habíamos visto. Y que el "Ratón vaquero", era entrón y odioso, porque hablaba inglés. Que las "Vocales" eran cinco y cuál era su orden de aparición. "Ahí viene la A, alzando los pies. El palo de en medio es mas chico como ves".
Y aparte de las canciones de Cri-Cri, estaban los cuentos del "Mago Merlín" y los de "Cachirulo". Y en el colmo del delirio, las aventuras del "Corsario negro", en la isla Tortuga con los Piratas del Caribe.
La única vez que entré a un antro, de los nuevos, aguanté cinco minutos y salí casi con los oídos reventados. No aguanté ese nivel de ruido. Pero los jóvenes parecen disfrutar esa música y eso es lo que importa, que ellos disfruten.
¿Cómo puede cambiar tanto el tiempo? Ahora los niños se ensimisman con sus aparatos electrónicos y no atienden a nada. Adquieren habilidades manuales, pero la mente se les achica.
Ahora, hasta Thalía anda cantando canciones infantiles, cuando la chica está para que la vean y no para que la escuchen.
Las canciones de aquel tiempo, inspiraban, las de ahora atarantan.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".