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Casi los mismos

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

En el aeropuerto de Las Vegas, me abordó Eduardo Sesma y me dijo: "¿Esperamos el sábado la reseña de este viaje?". No lo sé. Ya veremos", respondí.

Pero como los amigos de mis amigos, son mis amigos y él es amigo de Íñigo, pues ahí se cierra el círculo y con gusto procedo a reseñar este último viaje a la ciudad de la perdición, que lo es para el que se quiera perder, pero los demás podemos disfrutar de una bella ciudad que tiene mil atractivos para los turistas.

Como todos los años, los mismos alborotados nos pusimos de acuerdo para hacer ese viaje, aprovechando el puente de las Fiestas Patrias. En el avión, casi las mismas caras, los Méndez, los Sesma, los Vesuña, los García, los Gómez, los Delgado, los Hoyos y otros más, cuyos nombres desconozco, pero cuyas caras reconozco. Otros más, volaron de donde andaban para reunirnos ahí, como Chuy y Marianto, que siempre son excelentes compañeros de viaje.

Nuevos acompañantes, como Marcela y Alejandra, que felices de la vida iban por primera vez a ese viaje y lo hicieron con gran entusiasmo. Ellas recorrieron toda la ciudad y ahora la conocen mejor que nosotros.

Pero, ¿qué hay ahí que no hay en ninguna otra parte de la Unión Americana?

Para comenzar, excelente comida. Comida de todo el mundo, de la que puede uno disfrutar una vez al año. Lo curioso del caso, es que en Las Vegas, no se produce nada, todo llega de sus lugares de producción original, todos los días. Pero lo que pidas te lo sirven: comida, vinos, cervezas, lo que uno pida y pueda pagar.

Una deliciosa comida y muy grata compañía, en el "Carne y Vino", con Chuy y Miguel. En "La Palma", una exquisita langosta, con Pancho, Carlos, Junior, Ricardo y Jorge.

Esos ratos con los amigos, son para mí, verdaderos momentos de alegría, porque convive uno de manera distinta a como lo hacemos de ordinario en nuestra ciudad de origen. No es lo mismo comer con El Cuate, que hacerlo en La Palma, eso que ni qué. En ambos lados se come rico, pero el ambiente es distinto.

Por supuesto, en un momento dado del día, hay que rendirle culto a Birján y recostarse sobre el tapete verde, a invocar el favor de los dioses o más bien diosas, porque la suerte es caprichosa y no siempre da.

Sin embargo, debo destacar que este año extrañamos la presencia de Juan e Íñigo, dos buenos amigos que se quedaron velando armas, porque sus hijas están a punto de parir y por primera vez recibirán unas lindas princesas que llegarán a sus vidas para llenarlas de luz.

Todos extrañamos su compañía y sobre todo, su sentido del humor. Ellos disfrutan haciendo bromas y las festejamos sin distinciones, porque siempre son muy ingeniosas. Espero que el año próximo sí podamos contar con su compañía.

Para cerrar el círculo, nos fuimos a ver el espectáculo de Juan Gabriel, que por coincidir con el Grito de Independencia, adquiere un sabor muy especial. El divo de Juárez sigue siendo excelente animador y aún conserva su voz. El espectáculo terminó al ritmo del Noa Noa y todo el mundo cantando y bailando de pie.

Cuando menos una vez en la vida debe pisar uno ese desierto de Nevada. Si lo podemos hacer cada año, mucho mejor; y si lo hacemos en compañía de buenos amigos, es un privilegio que uno debe agradecer profundamente.

Casi éramos los mismos, pero nos divertimos como siempre. No importa si ganas o pierdes lo importante es tener la oportunidad de disfrutar un viaje inolvidable.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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