El delantero mexicano del Atlético de Madrid, Raúl Jiménez (i), dispara a portería ante el defensa argentino del Celta, Gustavo Cabral, en el partido de la cuarta jornada de liga en Primera División. (EFE)
Las paradas decisivas del portero Sergio Álvarez, un gol del chileno Pablo Hernández y un penalti transformado por Nolito dieron al Celta del argentino Eduardo Berizzo un punto y frenaron la remontada del Atlético de Madrid de Diego Simeone, que firmó un insuficiente empate en casa.
Una falta de entendimiento originó el 0-1 del equipo celeste, marcado por el chileno Pablo Hernández, y un penalti dio el 2-2 de Nolito. Después de uno y otro tanto, la respuesta del grupo dirigido por Simeone, hoy de nuevo en la grada cumpliendo la sanción de la Supercopa, fue potente, con dos goles de estrategia, dosis de futbol y bastantes opciones pero sin victoria.
Desde atrás, esa zona de dominio casi inabordable del Atlético la pasada temporada o hace apenas un mes, y desde la posesión, la movilidad y la colocación del Celta se le complicó el partido al conjunto rojiblanco prácticamente desde el inicio, con el equipo visitante como vencedor del primer combate por el medio campo.
El equipo celeste difuminó entonces al Atlético, sometido al control del juego rival, sin más recurso que el balón largo para aprovechar el juego de espaldas del mexicano Raúl Jiménez, la opción elegida para suplir al croata Mario Mandzukic, hasta el 0-1, un gol en contra impensable e imposible hace meses en el área rojiblanca.
Era el minuto 19, no había pasado nada relevante en ambas metas, apenas un remate de Tiago fuera por centímetros en una buena jugada colectiva de los locales, cuando un balón llovido provocó una inesperada falta de entendimiento en la retaguardia atlética, castigada con un gol de fortuna del chileno Pablo Hernández (0-1).
El uruguayo Diego Godín, siempre de altísima fiabilidad, aguardó la salida de Miguel Ángel Moyá más pendiente del guardameta que de incomodar al atacante rival; el portero intuyó y esperó la llegada de la pelota y, entre tanto, Pablo Hernández lanzó la pierna por si acaso, con la fortuna de que la golpeó con el tacón hacia el gol.
En media ocasión, el Celta tomó ventaja en el Vicente Calderón hasta la reacción del Atlético, lanzada por el francés Antoine Griezmann. Es un futbolista incontestable multiplicado con la pelota, agarrado a su inteligencia para el desmarque, a su velocidad, a su conducción y, sobre todo, al futbol de sus botas.
Los dos últimos encuentros entró en la última media hora, con un impacto indiscutible en el juego del Atlético; hoy volvió al once y, cuando asumió el protagonismo, desbordó al Celta, como conductor, como asistente, como rematador... Tres jugadas suyas, una con un pase maravilloso con el exterior de la zurda a la entrada de Ansaldi, aceleraron a su equipo con ocasiones hacia la remontada.
La consiguió el Atlético, eso sí, desde la estrategia. Ha marcado seis de sus diez goles de este ejercicio con esa fórmula, tan temida por los rivales y tan productiva para el equipo rojiblanco, que dio la vuelta al marcador a balón parado en nueve minutos, entre el 32 y el 41, en ese abanico infinito de acciones con la pelota quieta.