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China

GILBERTO SERNA

Cuando niño se me desorbitaban los ojos al escuchar que los chinos irrumpirían en la ciudad de Torrreón, provenientes del otro lado del mundo abriéndose paso por ficticios túneles que en línea recta que por debajo cubrían la distancia entre el continente asiático y la Comarca Lagunera. Los únicos chinos que yo conocía en aquel entonces eran los que sembraban hortalizas en terrenos ubicados en lo que hoy es la conflluencia de las calles Cuauhtémoc y bulevar Independencia. Aun conservaban una gruesa trenza de pelo que les llegaba más abajo de la cintura. Trenza que consideraban su pasaporte para entrar al paraíso donde moraban sus dioses. Porque servían, según decían, para que éstos se asieran con los puños estirándola, aunque se dice también que era un símbolo de sumisión frente a los soberanos. Luego pasados los años cambiaron las cosas hasta el punto de que si alguien sufría la pérdida de la coleta, cualquiera que fuera la causa, era visto como una deshonra y un insulto si sin razón alguna se tiraba de ella.

No puede atribuirse a otra cosa que sea el racismo lo que provocó la matanza de chinos aquí en Torreón, hayan sido quienes hayan sido los autores intelectuales. Esto ocurrió en la época revolucionaria. Una vergüenza para los torreonenses, que se haya producido entre nosotros. La manera cobarde con la que se condujeron los autores es un baldón que pesa y pesará siempre en quienes permitieron que se diera el evento. Gente buena y hacendosa fue sacrificada en aras de un ideal al que eran ajenos tratándose de un vil y censurable asesinato que con nada se justifica. La historia describe con lujo de detalles cómo se produjo el hecho. No hay una explicación clara de cómo y por qué se dieron las cosas de esa manera.

En la época actual en China se toman decisiones drásticas dirigidas a evitar que la explosión demográfica los rebase. Los resultados del sexto censo de población dan como resultado que en China haya 1, 370 millones de personas en 9 millones de kilómetros cuadrados. La tasa de crecimiento de la población ha disminuido, en tanto el envejecimiento promedio ha aumentado y la proporción de género es desequilibrada. Leíamos en la edición del 8 de septiembre que las autoridades chinas están por permitir que bajo ciertas condiciones las familias puedan acceder a un segundo hijo. Lo que hasta ahora estaba prohibido. En tanto ha habido muchos abortos dado que las madres prefieren hijos varones. Las niñas que lograban nacer eran entregadas en adopción a familias que por diversas razones eran estériles.

En fin, nuestro país aún a mediados de la centuria pasada requería la llegada de familias en mayor número para cubrir amplios territorios al norte, cuya carencia fue aprovechada por nuestros vecinos del norte para quedarse con lo que actualmente constituye la mitad de su extensión territorial. Se requería gente que ocupara esos espacios y no la había.

Tal como están las cosas será necesario un crecimiento demográfico similar al de los chinos, con ciertas modificaciones adecuadas a nuestra idiosincrasia. Hay quienes dicen que los mexicanos llegará el día en que serán suficientes para recuperar los territorios que algún día fueron nuestros.

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