Chivas siguió mostrando sus carencias en el ataque. (JAM MEDIA)
Ni si quiera por ser la despedida ante su afición, Chivas es capaz de cambiar la cara. La crisis es profunda. Está claro. Y la reconstrucción, resulta evidente, tomará su tiempo. Por eso, los abucheos al final suenan más a preocupación que a reproche. El Guadalajara ha empatado 0-0 frente a Tigres, en su último partido del Apertura 2014 en el Estadio Omnilife.
Al Rebaño Sagrado le quedan dos partidos por delante, el pendiente ante Monterrey y el de la fecha 17 contra Morelia. Como visitante, el cuadro tapatío deberá cerrar fuerte o, de lo contrario, la presión del descenso, que de por sí ya es pesada, podría acabar con los nervios de más de alguno, al arranque del siguiente certamen.
En su última presentación como local, el equipo de José Manuel de la Torre da, por fin, algunas muestras de mejoría. Parte del orden en defensa y el equilibrio en medio campo. A partir de ahí, se apodera del esférico ante un rival que tampoco hace demasiado por tenerlo e intenta ofender, con su ya conocida falta de contundencia.
Esas armas son suficientes para maniatar a Tigres y generar juego en campo contrario. El centro desde la izquierda deja solo en el área a Jorge Enríquez. Estirando la pierna, alcanza a contactar la redonda. Tapa Nahuel Guzmán. El contrarremate le queda al propio “Chatón”, que vuela el esférico, al ‘4.
Poco más tarde, Fernando Arce se “aviva” para cobrar una pelota parada. Sirve para David Toledo, que remata directo al cuerpo del arquero y tiene una segunda oportunidad, de cabeza, pero en lugar de recentrar, decide globear. Se va por encima. Chivas desperdicia una nueva opción de gol, al ’13.
Guadalajara tiene control total del esférico. Ante el mejor visitante del torneo, algún mérito tiene. Sin embargo, de poco sirve un dominio que no se refleja en el marcador. El futbol es así. Y en la situación que atraviesa el Rebaño Sagrado, con el fantasma del descenso permanentemente cerca, de poco sirve cualquier cosa que no sea un triunfo.
La insistencia es clara. Bravo controla de pecho dentro del área y dispara de aire, desviado (’29); después, el propio mochiteco entrega un cabezazo a Nahuel Guzmán (’34) y poco más tarde, Carlos Gerardo Rodríguez abanica una pelota suelta a pocos metros de la portería (’36). Chivas quiere, pero no puede. Tigres puede, pero no quiere. Ricardo “Tuca” Ferreti así lo ha decidido.
Guadalajara prueba de distintas maneras. “Chepo” ha hecho algunas modificaciones. Ahora Fernando Arce aparece por izquierda y ya no como segundo atacante, posición que nunca le acomodó. Carlos Fierro es quien acompaña a Omar Bravo. El cuadro local busca por un lado. Por otro. Y siempre con nulo resultado frente al arco.
Fierro quiere cambiar eso. Controla por el sector izquierdo y emprende la carrera. Desborda con habilidad. Se quita a un adversario. Otro más. Llega a fondo. Toca de izquierda. El centro es preciso. Deja a Omar Bravo sin marca alguna. Hace años, era un cabezazo de mera rutina. Ahora, el segundo mejor anotador en la historia de Chivas no puede darle dirección adecuada al esférico. Cruza su remate. Demasiado. Se va por un lado. Desperdicia la más clara, al ’40.
Pese a que el marcador no tiene movimiento, poco más de 20 mil aficionados despiden al Rebaño Sagrado con aplausos. El equipo no tiene gol, pero exhibe otra actitud. Se planta bien ante uno de los mejores del torneo y aunque el dominio de nada le sirve, hay reconocimiento por parte de sus seguidores, al irse al descanso.
El arranque de la parte complementaria es alentador para los rojiblancos. Fernando Arce toca una pelota filtrada para Carlos Fierro. El joven atacante piensa y ejecuta. Media vuelta. Derechazo raso y cruzado. Se va por un costado, al minuto 46. Por más que toque la puerta, al Guadalajara nadie le abre.
Apenas un minuto más tarde, es Omar Bravo quien se encuentra la redonda dentro del área. Opta también por la media vuelta. El remate es flojo y a las manos de Nahuel Guzmán. Y al ’52, un tiro de esquina es cabeceado por Carlos Gerardo Rodríguez. El esférico pega en las redes. La perspectiva engaña a un sector de la tribuna que grita el gol. Pero el balón ha salido por un costado.
Hasta ahí llega el ímpetu del Rebaño Sagrado. Las muestras de mejoría que ha exhibido no dan para más. Tigres, con un potencial mayor en su plantel, se ha conformado con poco. Sólo en la recta final se atreve, tímidamente, a buscar un mejor resultado. No lo encuentra. El marcador termina como inició. Chivas dice adiós a su afición en un nuevo torneo para el olvido.
