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CIUDAD CUMBIA

EL ESTADO APESTA A FE DESCONGELÁNDOSE

CARLOS VELÁZQUEZ

Hoy leí las noticias de hoy, eran iguales a las de ayer. "Rafaguean a familia; padre agoniza. Niño recibe balazo en la cabeza". Me sacude acercarme a la nota roja. Pero es imposible desentenderse. Basta una incursión en un Oxxo o en un Seven, o detenerse en ciertos semáforos en rojo, para que el Torreón de todos los días te golpee. Atrás han quedado los años del plomo. El período que abarcó de 2005 a 2012. Siete años en que la ciudad fue sometida a una dieta de sangre. Sin embargo, que ahora la violencia no sea tan espectacular no significa que haya sido erradicada. A estas alturas la muerte en la región no debería de parecernos tan incomprensible. Suena duro, pero no podemos negar nuestro modus vivendi. Estos mismos días circula la noticia de que los Moreira están en la mira de una investigación por parte de las autoridades texanas por posible lavado de dinero procedente del narcotráfico.

Un hecho vergonzoso, que se nos investigue. Como si no hubiéramos tenido suficiente (el estado en bancarrota, ostentar por períodos el epítome de la ciudad más violenta del sexenio, el asunto de fracking) ahora se suma esto. Durante un tiempo prolongado me pregunté por qué el Gobierno del Estado guardaba silencio en torno a los actos violentos. No emitía ninguna declaración. Cero solidaridad para con las familias de las víctimas, ni económica ni moral. Es cierto que con el cambio de régimen la estrategia promovida por el gobierno de Peña Nieto era callar. No otorgarle la preponderancia de la que gozó bajo el mandato de Felipe Calderón. Pero en un estado como el nuestro, con lo que venimos arrastrando, esa política era improcedente. Lo que obtuvimos a cambio fue la aparatosa habilidad de Rubén Moreira para el sarcasmo. Cómo olvidar aquel "estamos a toda madre" que profirió en una de sus visitas a Torreón.

Como la declaración anterior existen muchas. A cuento de qué viene todo esto. Queríamos saber por qué Gobierno del Estado nunca se pronunció en relación a las matanzas. La respuesta está contenida en la noticia de la investigación. Lo que la liga a otra nota publicada estos días. El blindaje del estado para evitar la penetración de grupos delictivos procedentes de Tamaulipas. De qué sirve, si tenemos a nuestra clase política en la mira de las autoridades estadounidenses por la presunción de que la administración pasada se blanqueó narcodinero. Esto nos habla del futuro. Qué va a pasar la próxima. Se van a destapar los fraudes de la presente. La que preside Rubén Moreina. Y todo esto redunda en una cuestión. Que no seamos capaces de hincarnos ante la tempestad. Con todo, las pasadas elecciones el PRI se llevó el carro completo y se haya registrado un alto índice de abstinencia.

Dentro de lo doloroso que pueda resultar la noticia de la investigación, existe una buena noticia. Que una el final de una era oscura para el estado se avecina. Que debemos recuperar la fe. Fe en que la situación va a mejorar para los coahuilenses. Fe en que los culpables serán castigados. Esa fe que se ha desgastado y que impidió que saliéramos a votar en el pasado proceso. Fe en que nuestros próximos gobernantes van a pensarlo dos veces antes de ensuciarse las manos.

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