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Ciudadanía... un paso al frente

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Entre las víctimas de la difícil situación política, social y económica de nuestro país y nuestra región es fácil hallar al optimismo. Pero no me refiero a ese "optimismo" con el que muchos disfrazan a la negación de la realidad. Hablo del optimismo implícito en el ejercicio crítico de la realidad con el fin de transformarla. Señalar con el único objetivo de que las cosas mejoren. Contrario a lo que se cree, quien critica, quien cuestiona de buena fe, no es un pesimista. Al contrario. Se trata de una persona que, dado que cree que la cosa pública (La República) puede andar por caminos menos sinuosos, aporta un punto de vista, una interrogante, una posibilidad alternativa.

El agobio para la ciudadanía se ha ido acumulando. En el ámbito nacional, observamos cómo el gobierno federal ha sido incapaz hasta ahora de dar con los 43 normalistas de Ayotzinapa a dos meses de su desaparición. Mientras tanto, la indignación y la protesta en las calles crece, alimentada por las dudas en torno al origen del patrimonio de la familia presidencial y el conflicto de interés que existe por los privilegios oficiales a una empresa en particular. La imagen del país y su gobierno se encuentra en su punto más bajo en lo que va del sexenio y, quizás, en la historia reciente. La pesada herencia negra del panista Felipe Calderón en materia de inseguridad, violencia, homicidios y desaparecidos, no sólo no ha podido ser disminuida, sino que se ha acrecentado en la administración del priista Enrique Peña Nieto.

Ninguno de los partidos políticos principales ha logrado escapar al escándalo. A lo largo y ancho de la República se reproducen casos de autoridades locales, estatales y federales que han sido exhibidas o acusadas de trabajar para el crimen organizado. Y el desprestigio de los partidos representados en las cámaras es evidente. Los legisladores de esos partidos fueron los que aprobaron las reformas económicas del presidente y por ello recibieron un "bono". Las reformas tan alabadas en su momento por ciertos sectores de la opinión pública internacional, que hoy han sido opacadas por la realidad y por sus, hasta ahora, pobres resultados.

En el ámbito estatal, el capítulo de la deuda pública, ahora de 37,000 millones de pesos, continúa sin ser cerrado. Mientras en Estados Unidos avanzan las investigaciones en torno a la red de corrupción que operó en Coahuila durante el sexenio pasado, en México nadie indaga, las interrogantes se acumulan y el margen de maniobra financiera del gobierno estatal sigue siendo acotado y la inversión pública escasa. A lo anterior hay que sumar los casos de los desaparecidos y el de la masacre de Allende que siguen sin ser resueltos.

En La Laguna, el desdén con el que tratan los gobiernos estatales a los municipios comarcanos en comparación con los privilegios que prodigan a las capitales, continúa generando escozor y resentimiento. A la par de esto, los ciudadanos son testigos de la subordinación de los alcaldes a los intereses de los gobernadores cuyas visiones, alejadas de la realidad regional y con un ejercicio siempre vertical del poder, en poco contribuyen al fortalecimiento y desarrollo de la comunidad.

No obstante, en medio de este panorama complicado y duro de asimilar, se observan luces esperanzadoras provenientes de la sociedad civil. La participación de miles de laguneros, en su mayoría jóvenes, en las manifestaciones por el caso Ayotzinapa representan un hecho con escasos precedentes en una región no acostumbrada a salir a la calle para externar su descontento. En estos días, estos jóvenes han levantado la voz y han dicho "aquí estamos y nos duele lo que pasa en el país". Pero no sólo en el país.

Poco a poco la agenda estatal y local ha ido adquiriendo peso en la protesta. Los mismo se escucha el reclamo por la desaparición de los 43 normalistas, como la indignación por la matanza de Allende, Coahuila, o por Durango capital y sus decenas de fosas. Se oye también el grito contra la casa blanca de siete millones de dólares de la familia presidencial, acompañado de otros contra la deuda de Coahuila, los convenios para cobro del Predial por parte de los estados y las prerrogativas del Ayuntamiento de Torreón al equipo Santos. La sociedad lagunera comienza a dar visos de que por fin se está moviendo en los terrenos de la política en el mejor de los sentidos.

En este mismo tenor, la participación de más de 100 representantes de universidades, colectivos, organismos empresariales, consejos de colonias y asociaciones civiles en el arranque de la construcción de una agenda ciudadana el fin de semana pasado, es una auténtica bocanada de aire fresco. Activistas, académicos, líderes empresariales y comunitarios acudieron a la convocatoria de la organización Renacer Lagunero con el fin de dialogar para detectar, desde su experiencia de trabajo, los principales obstáculos de la región y proponer para construir las soluciones. La horizontalidad y el diálogo franco y directo son dos cualidades importantísimas presentes en este ejercicio que producirá el próximo año un documento que será diagnóstico crítico y a la vez propuesta.

La iniciativa de todas las organizaciones participantes en la elaboración de una agenda que es desde y para la ciudadanía, inyecta oxígeno a la atmósfera política local, tan viciada por los partidos y tan manoseada por los gobiernos. En un entorno institucional en el que la participación ciudadana sólo se entiende como el espacio que dejan a la sociedad civil los gobiernos locales desde su verticalidad y con un alto grado de simulación (en este sentido, el caso Torreón es emblemático), la construcción desde la propia comunidad de una agenda ciudadana no es sólo deseable, sino también urgentemente necesaria. Dos retos se observan en esta aventura. Uno es la articulación de una red que sume los esfuerzos suficientes para incidir de manera determinante en la toma de decisiones de la vida pública y en la vigilancia del actuar de los gobiernos. El otro, lograr sumar a todos los estratos de la población en esta iniciativa para evitar que se imponga sólo la visión de sectores acotados de la sociedad. En la medida en la que se pueda avanzar en estos caminos, La Laguna podrá comenzar a transitar hacia su renacimiento. Hay, pues, sustancia para el optimismo que cuestiona y propone.

Dialoguemos en twitter: @Artgonzaga

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