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Con todos los honores

Contexto Lagunero

Juan Manuel González

El General de Brigada Adelfo Castillo Lopez, en su excelente libro "El Arte de Mandar, el Liderazgo Militar y la Cultura", considera que su trabajo literario hubiera estado incompleto si no hubiera incluido, aunque sea a modo de semblanza, el rol de la mujer-soldado, la mujer profesionista, la mujer militar líder y comandante, madre de familia y esposa, que sin pensarlo, divide su actividad en tantas áreas como lo exija su posición castrense.

El espíritu que puede guiar al soldado, comandante y líder, para respetar, mandar y obedecer a la mujer militar se puede resumir en las palabras de Édouard Schuré, filósofo, poeta, novelista, crítico de música y publicista francés del siglo pasado: Honor pues, a la mujer, en la tierra y en el cielo. Esta frase destierra cualquier signo de misoginia para reconocer el rol de la mujer en cualquier actividad, incluso militar, dentro y fuera de los actos del servicio castrense.

Definitivamente que al honrarla, se le reconoce como igual y como parte importante de la estructura militar, más aun si ostenta un cargo en la jerarquía, sabiendo que ello le da legitimidad y validez. Se le honra también valorando su propia inteligencia incorporándola como parte importante de las demás inteligencias. Las mujeres en el Ejército no son parte de la decoración de los cuarteles, son seres con amplio criterio, quienes portando el uniforme, no se desprenden de su singularidad y de su esencia.

La mujer militar goza la posibilidad de ser dadora de vida, de ser madre. Y una vez como madre, se multiplica, como las demás madres, para salir adelante en tan complicada combinación: Su función natural materna y su deber elegido con la milicia. Afortunadas las personas que conviven con seres agraciados con la bendición de concebir y alimentar, y que alternan esas faenas cumpliendo sus deberes como el mejor de los soldados.

Una triada con conexiones muy complejas: Ser esposa, madre y soldado. Lo anterior debería fomentar elevados pensamientos a quienes mandan u obedecen a mujeres militares. Las mujeres que tienen espíritu de soldados llevan con ellas esa inquietud y ese olfato que las guía hasta su destino final en una fuerza armada y ese impulso vocacional las lleva, por lo general, a tener un marido soldado.

Afortunadamente, en muchas de las actividades humanas hemos dejado atrás el prejuicio y trauma de considerar a las mujeres, en cualquier organización, como síntoma de problemas para quienes ellas mandan y lideran. Es cierto que con frecuencia tienen un sentido crítico puntilloso que las distingue. Critican lo que otros callan y también saben asimilar y obedecer en silencio, respetando decisiones ilógicas aunque les afecten.

En ocasiones los celos profesionales afectan el criterio de algunos varones y hacen a un lado a la mujer militar escudándose en la supuesta fragilidad de las damas, y se olvidan de tomar en cuenta que la mujer en el Ejército y en cualquier organización, puede resultar más resistente que muchos hombres. Cumplida, estoica, callada y fría, si así se requiere, tiene una agudeza innata para construir y destruir y la capacidad de ser buena o mala en un instante. La milicia no es un terreno oscuro para la inteligencia femenina.

No se deben subestimar las potencialidades de las mujeres militares en cualquier área de la milicia en donde sirvan, se deben desterrar los pensamientos egoístas llenos de complejos y de reflexiones insanas acerca de ellas. La mujer- soldado cumple su deber con orgullo y tiene muy claro el concepto del honor. Para su propia autoestima e identidad es necesario no ridiculizar su función ni su condición de militar.

Los soldados varones, sin distinción de rango, tienen la obligación de respetar a sus jefes, oficiales y generales del sexo femenino y ellas la de hacerse obedecer. Las jerarquías de la mujer militar son un grado tan válido como las del personal masculino, no hay distinción de género. El soldado macho se ofende que una mujer superior en jerarquía le ordene y se flagela calladamente porque se siente pisoteado.

Aunque su campo de acción aún es reducido, la mujer militar mexicana tiene una participación notable en el Ejército y la Fuerza Aérea y se desempeñan atinadamente en funciones de mando y liderazgo. Mantienen inalteradas todas las percepciones reconocidas a su género y su condición de militar en nada incide en su sensibilidad y delicadeza.

En ese ser en apariencia débil, frágil y sensible en exceso, se encierra una abnegación, una fuerza de carácter, valentía y tesón, que le permiten a la mujer militar sobreponerse con éxito a las adversidades más complicadas que su carrera tiene. En los pelotones de sanidad, en las enfermerías, en los hospitales, en los juzgados, en las oficinas y en cualquier instalación, la mujer militar ha demostrado su eficiencia para cumplir adecuadamente el rol de comandante y líder que le corresponde.

La mujer militar manifiesta su liderazgo al mando de un pelotón de sanidad empleando sus conocimientos aun en situaciones de urgencia, para salvar vidas y preservar la salud, aliviando los males sin distinción alguna, caminando presurosa y coordinando esfuerzos de otros para atender integralmente a sus semejantes en desgracia, sin perder la calidez y el gesto o palabra de aliento, incluso hasta para los impertinentes y gruñones.

En el quirófano, en los hospitales, en los consejos de guerra, en cualquier oficina, en los planteles, en los cuarteles y en cualquier terreno, la mujer sirve, manda y lidera como el más aguerrido de los soldados. Sus dolores ella sola los mitiga y sus alegrías resultan de su versatilidad para jalar, parejos, los hilos se la vida, cumpliendo como esposa, madre y soldado.

Hoy se abren más oportunidades para las mujeres militares, el mundo evoluciona y las fuerzas armadas también se mueven en la dirección acertada. La Escuela Superior de Guerra y la Escuela Militar de Aplicación de las Armas y los Servicios son un atractivo adicional en la carrera de las mujeres militares.

Mujeres con uniforme militar, henchidas de honor, orgullosas de servir con su calidad profesional y humana al engrandecimiento de la milicia. Que el cielo las premie en su momento con todos los honores.

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