Fukushima se vio afectada por la explosión de varios reactores de una planta nuclear situada en este lugar. (ARCHIVO)
El 11 de marzo del 2011 ocurrió uno de los peores desastres de la historia de la humanidad, el accidente nuclear de Fukushima en Japón, que se presentó tras un tsunami que afectó la costa asíática.
En las primeras horas luego de reportarse el cataclismo, la preocupación se centraba en los miles y miles de afectados, así como en los cuantiosos daños materiales que había dejado a su paso el terremoto.
Conforme pasó el tiempo la tensión y la atención se centraron en otro asunto, la planta nuclear de Fukushima.
El centro de investigaciones nucleares había sufrido severos daños en varios de sus reactores que estaban colocados en las costas, por lo que el accidente provocó que varios de estos estallaran haciendo que toneladas de material radiactivo se liberaran por toda la zona.
A tres años del altercado que sólo puede compararse con el desastre de Chernóbil, los consecuencias siguen siendo catastróficas .
Una de las principales afectaciones del accidente de Fukushima tiene que ver con la contaminación de la piel, todo aquel que se exponga a este tipo de radiación puede sufrir daños en la epidermis así como endócrinos.
La radiación puede también afectar el estado de ánimo de las personas que habitaban aquella región, científicos consideran que este fenómeno puede tener injerencia directa en depresiones, trastornos piscológicos y cambios en estado de ánimo.
La aparición de distintos tipos de cánceres siempre son uno de los asuntos que más preocupan a los especialistas del tema.
Tras la explosión de los reactores se liberaron cantidades enormes de yodo-131, este radioisótopo afecta directamente a la tiroides.
Problemas en mujeres embarazadas también son frecuentes y los efectos pueden variar desde abortos involuntarios, muerte fetal y otro tipo de complicaciones durante la gestación.