Estimados amigos, el pasado sábado celebramos en el calendario uno de los días más festejados del año, y vaya que nuestras madres se lo merecen, en el medio deportivo la mujer alcanza niveles de participación importantes, ya sea como atletas en activo, o bien, como apoyo. Les ofrezco esta columna como un pequeño reconocimiento a su importante labor.
Existen numerosos ejemplos y para fortuna cada vez más frecuentes de practicantes de un deporte entre las damas de nuestra región, que aparte de cubrir la ardua tarea de ser madre dedican un tiempo a su deporte favorito, algunas de ellas en el de alto rendimiento. Evito los nombres para no caer en el error de la omisión, pero es importante el número de corredoras, tenistas, bolichistas, golfistas, etc. Otras cumplen tareas importantes en el apoyo a sus hijos y esposos deportistas.
En este espacio pido su comprensión para agradecer a mi madre, a ella debo en gran parte mi gusto por el deporte, su participación fue importante con detalles como aquel de teñir playeras (obviamente de color verde) para que mis amigos y un servidor estuviéramos uniformados en un torneo de futbol, o bien el esmero con que preparaba mi uniforme de juego para el fin de semana, el tener la paciencia de acompañarme a ver los aparadores de las tiendas deportivas, el disfrutar las tardes de domingo en el viejo San Isidro y el Moctezuma, su apoyo al lado de mi padre en el añorado Corona, y el haberme heredado el gusto por la tauromaquia.
A aquellas madres, que en solitario han apoyado a sus hijos trasladándolos, acompañándolos, consolándolos o participando de sus logros, reciban un gran reconocimiento, muchas de ellas pudieron forjar y apoyar el talento deportivo de sus hijos en la adversidad ante la pérdida de su pareja, algunas de ellas desplazándose cientos de kilómetros para poder estar al lado de sus hijos en momentos trascendentales. A las que ya no están, nuestro mejor recuerdo.
Y aprovechando el mes de los festejos, va una calurosa felicitación adelantada para todos los maestros en su día, en especial a mis queridos y siempre bien recordados maestros Sergio Barrón Delgadillo y Luis Pompa González. ¡Hasta la próxima!
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