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Contexto Lagunero

Tarde o temprano se mueren

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

Hay muchos gerentes, emprendedores, jefes y dueños de empresas que se sienten desesperados y frustrados porque a pesar de todos sus esfuerzos y a pesar de estar todos los dias de la semana inmersos en su negocio, los resultados, la eficiencia y el equipo humano de trabajono son lo que se esperaba de ellos. Es muy común que las personas que encabezan los negocios micro, pequeños y medianos quieran resolver todo a base de un control estricto que, a la larga, no controla nada de la manera en que se deseaba porque terminan encontrando faltantes en los almacenes, descontrol en las cuentas por pagar y sobre todo en las cuentas por cobrar, inconformidad de los trabajadores y empleados. Los dueños y administradores creen que estando al tanto de todo de manera directa, de esta forma tendrán el control efectivo de todo y de todos. Sin embargo, terminan por darse cuenta que además de que esto es desgastante para ellos, no se logra lo pretendido: El control efectivo.

El día a día de estos negocios está compuesto por fallas en los procesos, demoras en la producción, faltante o sobrante de productos, problemas de flujo de efectivo, descontrol en los ingresos, fallas en el mercadeo, bajo rendimiento del personal, desconfianza entre todo el equipo humano, problemas de servicio al cliente, división interna, clima laboral enrarecido y liderazgo con muchas dificultades.

Muchos de estos negocios se ven asediados por los consultores que ven la posibilidad de aumentar sus propios ingresos aconsejando desde la barrera y muchas veces con nula o dudosa experiencia personal para ser consultores. Lo anterior provoca que los dueños o administradores terminen por no creer en los consultores de negocios y continúan con su lucha por la sobrevivencia y eventualmente cierran el negocio por improductivo, por la sencilla razón de que pasaron la mayor parte de su tiempo lidiando con urgencias, con eventos del día a día que exigen su atención porque así lo han establecido ellos mismos. Dedican su tiempo a apagar fuegos, a atender lo que ya es imposible posponer y por ello se quedan sin tiempo disponible para dedicarlo a las actividades que de verdad importan e impactan en la gestión de sus negocios.

La estrategia de negocios descrita anteriormente, indiscutiblemente no funciona, ya que las urgencias provocan que el estratega de la empresa, es decir, el líder, el jefe, el empresario, en un operativo más, descuidando la verdadera responsabilidad, sintiendo que tienen que estar en todo hasta el mas mínimo detalle.

Cuánta energía desperdiciada por el gerente, cuánto esfuerzo perdido, cuántos resultados que no se dan en una organización que trabaja de manera forzada, como queriendo avanzar con el freno de mano puesto, como si se tratara de caminar grandes distancias sobre un solo pie, desaprovechando el recurso más valioso no renovable de la empresa: El tiempo.

Parafraseando a Stephen Covey, muchas de nuestras prácticas modernas de gestión tienen asiento en el pasado, evadiendo la realidad de que estamos en una era moderna que pide a gritos otros modelos distintos. Debemos dejar de pensar en control, control y más control; dejar de pensar en estrategias del tipo "la zanahoria y el garrote" para motivar al personal, incluso hasta consigo mismos, entre tantas prácticas desgastadas, y que provocan que se empleen enormes cantidades de trabajo con resultados que no corresponden a esos esfuerzos.

Con modelos de gestión obsoletos aplicados en una era que se mueve desde perspectivas y condiciones distintas, seguiremos pagando las consecuencias de forzar las estructuras organizacionales. No se puede pretender obtener resultados extraordinarios, con soluciones simplistas, arcaicas, y que no están a la altura de los retos de los nuevos tiempos.

A las empresas que enfrentan situaciones similares a las descritas anteriormente, les hace falta aplicar la regla de oro de las empresas productivas: Cambia la infraestructura de la empresa para que se autogestione. Las empresas deben cambiar el foco, cambiar de polo, y ello implica un gran esfuerzo para dejar el control total y absoluto, dejar de concentrarse en el hacer, en la solución frenética de las urgencias del día y enfocarse en lo que se quiere lograr y preparar al personal para que se autogestione.

La regla de oro de las empresas productivas se debe seguir al pie de la letra, mantenerla como un tesoro, como el santo grial de la gerencia. Esta regla está orientada a definir sistemas de gestión que se autogestionen mediante alternativas estratégicas y operativas que se alimenten a si mismas, que se retroalimenten y se autodireccionen, sistemas interdependientes en los que quienes dirigen, lo puedan hacer desde la tranquilidad para dedicarse a gerenciar de manera efectiva.

Los sistemas obsoletos hacen que las empresas se muevan en función de la presencia del líder. Si el líder, jefe, gerente o dueño está presente, la organización aparentemente tiene su ritmo, pero si no está, las cosas se hacen de otro modo. Los sistemas dependientes obligan a la figura de autoridad a estar, de lo contrario, las cosas no suceden.

Las empresas son sistemas orgánicos los cuales cuando son bien gestionados, funcionan con independencia de la gerencia, sin la presencia del líder de la empresa, pero bajo sus objetivos, metas y estrategias porque cuentan con un sistema de gestión eficiente y efectivo, de lo contrario, tarde o temprano se mueren.

Jmgzzc@gmail.com

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